domingo, 8 de febrero de 2009

EL LARGO BRAZO DE LA INQUISICION


Sin duda amparada por la corriente de fundamentalismo que sopla sobre la Iglesia desde el trono de Benedicto XVI, la comunidad lefebvrista del Verbo Encarnado sometió a toda clase de violencias a una empleada por considerar que padece la “patología” del lesbianismo. Un caso de mobbing por el que nadie se rasga las vestiduras.

La historia parece haber transcurrido en plena Edad Media y estar vinculada con lo que algunos denominaron “la Santa Inquisición”. Sin embargo, el escenario es bastante más actual, sucedió en Rosario y en pleno siglo XXI. A Rosana Martínez la echaron de su trabajo ya que las autoridades del colegio Verbo Encarnado, donde se desempeñaba como personal administrativo, aludieron que su supuesta condición de lesbiana era un motivo más que suficiente. La cara más visible de este grupo enjuiciador es Héctor Di Mónaco, directivo del Colegio de Abogados de esa ciudad y que además está al frente del área de Derechos Humanos de esa entidad. Di Mónaco es el representante legal de la cuestionada institución educativa.

De acuerdo con los testimonios de Susana Treviño, abogada laboralista, presidenta de la organización Mobbing Argentina y representante de Rosana, Di Mónaco no puede seguir en esas funciones luego de haber calificado al lesbianismo como “una patología” en el marco del juicio laboral entre la mujer cesanteada y el colegio que él patrocina. Treviño explicó a Las 12 que la escuela adujo para el despido el presunto lesbianismo de la empleada. “Al contestar la demanda, Di Mónaco calificó como ‘patología’ esa supuesta condición sexual que motivó la cesantía.” “Esto es inaceptable, sobre todo porque él preside el Instituto de Derechos Humanos del Colegio de Abogados”, afirmó la letrada con visible indignación.

La vida de Rosana transcurría normalmente entre las paredes del colegio vinculado con el Opus Dei y que pregona en su portal de Internet el desarrollo activo de “un humanismo cristiano”. Allí se desempeñaba en un cargo administrativo desde 1993. Luego de su ingreso en la institución educativa, la mujer había comenzado a manifestar la intención de ordenarse como religiosa además de continuar con sus tareas habituales. Rosana manifestó en su declaración que creyó identificarse con la humildad y solidaridad de la cual hacía gala el colegio, pero hoy se arrepiente de su “ingenuidad”. “Tiene una vocación mística, hasta el día de hoy asegura que su fe sigue intacta”, agregó su asesora legal.

Ese deseo de ser una congregada a tiempo completo hizo que comenzara una relación de amistad con una hermana de la orden que ya trabajaba dentro de la institución. Desde ese momento, las acusaciones por parte de la administradora y del representante legal jamás se detuvieron. Entre otras cosas, la “culparon” de mantener relaciones homosexuales con la religiosa. “Me arruinaron la vida, ese ambiente laboral estaba envenenado”, señaló Rosana en su declaración

El maltrato se volvió una constante y también la quita de tareas y hasta el encierro en sitios “resguardados” del colegio, donde no pudiese ser vista por la comunidad educativa que circulaba a diario por la escuela. “Es increíble ver el deterioro en el que cayó Rosana, el desequilibrio psíquico que empezó a tener e hizo mella también en su cuerpo, ya que bajó visiblemente de peso (20 kilos en total), perdió el pelo al punto tal de tener que ocultar su calvicie con un turbante y se hicieron cada vez más fuertes los dolores musculares y óseoarticulares por la tensión constante que vive a diario”, resumió Treviño.

“Esto es como un tribunal de la Inquisición, un tratamiento típico de la caza de brujas, vos sos así, sos diferente, te estigmatizo y te quemo”, contó esta abogada que se especializa en mobbing, término utilizado para caracterizar al cada vez más frecuente hostigamiento laboral en cualquiera de sus múltiples formas.

“La gran palabra que engloba todo esto es violencia, se ataca por violencia, por ver algo diferente, ya sea por ser lesbiana, mujer, o porque trabaja mejor que el resto y se destaca y como no entra en los cánones típicos, se ataca a esa persona como sea.”

Para Rosana, las salidas siguen cerradas. Después del prolongado litigio, recibió por parte del Verbo Encarnado una cifra de dinero que su representante legal considera “ínfima para reparar los daños que aún sufre pero que aceptó por su situación apremiante”. Sin trabajo, deprimida, además debe luchar contra los fantasmas. “Logra encontrar algún empleo, pero cuando llaman al colegio para pedir referencias, la lapidan y adiós trabajo”, sintetizó Treviño. Su caso, sin embargo, busca sentar jurisprudencia que prevenga y evite la violencia laboral. “Lamentablemente, en estos casos, las víctimas afectadas son muchas más mujeres que hombres”, puntualizó.

Clarisa Ercolano
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