lunes, 13 de diciembre de 2010

El ejército más gay friendly del mundo


El Ejército israelí es un armario abierto • Cada vez son más los jóvenes y militares de carrera que deciden salir del armario • Es la primera institución que permite a las personas homosexuales registrarse como tales.

El Ejército de Israel tiene una de sus facetas menos conocida en su papel de punta de lanza de los derechos de las personas homosexuales y transexuales en sus filas, algo en lo que va por delante de la sociedad.

Considerado como uno de los más poderosos en el campo de batalla y en capacidad tecnológica, el Ejército israelí (Tsahal) figura entre los poco más de veinte en el mundo que permite servir en sus filas a personas que abiertamente declaran su homosexualidad.

En los últimos años asociaciones LGBT (de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) imparten conferencias y organizan talleres para que, desde el recluta recién llamado a filas hasta el comandante, conozcan cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan los miembros de la comunidad dentro del Ejército.

"Nuestro trabajo es cambiar todo tipo de prejuicios a través de la educación. Solemos presentar experiencias personales y damos orientación profesional a soldados y comandantes", explica Yael Rabhon, directora de la organización Hoshen (Educación y Cambio), que coopera con las Fuerzas Armadas en un proyecto piloto.

Dentro del Ejército de Israel los homosexuales viven una situación ambivalente, pues en los últimos años cada vez son más los jóvenes y militares de carrera que deciden salir del armario al contar con el respaldo de la legislación castrense, que prohíbe expresamente y castiga cualquier tipo de discriminación.

Sin embargo, la homofobia persiste en un estamento caracterizado por la demostración de la fuerza, la hombría y otros estereotipos.

"Tu situación varía según la unidad en que sirvas, cada vez la gente es más abierta hacia los homosexuales pero todavía existen temores y mucha ignorancia", explica un soldado de 21 años que trabaja en una unidad de documentación. Este joven prefiere ocultar su homosexualidad a sus compañeros, aunque reconoce que "son casos aislados quienes tienen problemas por su condición".

Avner Dafni, director de la organización LGBT Camoni-Camoja (Como yo-Como tú), revela a un caso en el que soldados homosexuales fueron golpeados por sus compañeros en una operación en territorio palestino ocupado.

"Esto no ha salido a la luz porque las víctimas acudieron a nosotros y prefirieron que el Ejército lo resolviera directamente. Hablamos con los comandantes y los agresores pagaron por lo que hicieron", agrega.

En Israel las personas homosexuales no se pueden casar porque la ortodoxia judía -que sólo contempla la unión heterosexual- domina la legislación matrimonial.

Sin embargo, el Ejército es la primera institución que permite a parejas de gays o lesbianas registrarse como tales y tener el mismo estatus y derechos que una persona casada a la hora de recibir asistencias sociales y económicas", dice Amit Lev, portavoz de la organización Casa Abierta, que convoca anualmente a la marcha del orgullo gay en Jerusalén.

Lev cuenta el caso de un alto mando que falleció en 1996 de cáncer y su compañero sentimental recibió los mismos derechos que el Ejército otorga a una viuda en estas circunstancias. También se facilita a las personas que deciden cambiar de sexo completar ese proceso dentro de las Fuerzas Armadas.

"Si eres transexual y comienzas la transición dentro del Ejército, éste te puede cambiar de unidad y presentarte con el género que sientes que tienes", apunta Dafni.

En Israel nunca se ha prohibido formalmente realizar el servicio militar a gays, lesbianas y trans, principalmente porque el reclutamiento es obligatorio -tanto para hombres como para mujeres-, aunque antes de 1980 se destituía a militares que se sabía que eran homosexuales. En 1983 se reguló por primera vez su integración en el Ejército pero no su acceso a puestos destacados en la inteligencia.

Una década después, el primer diputado abiertamente gay, Uzi Eben, reveló que había sido destituido del cargo de oficial y se le había impedido acceder a determinados contenidos dentro de la inteligencia militar por la única razón de su condición sexual.

Su testimonio en el Parlamento en 1993 provocó una tormenta política y forzó al Ejército a cambiar las prácticas restrictivas a los homosexuales, que desde entonces han recorrido un largo trecho en defensa de sus derechos en las Fuerzas Armadas de Israel.

Con info de El Mundo
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WikiLeaks: la homosexualidad del principal sospechoso, utilizada por los homófobos


Considerado un auténtico héroe por unos y un traidor por otros, parece que Manning es abiertamente homosexual, y que incluso habría llegado a desarrollar un cierto grado de activismo LGTB. Y decimos “parece” porque es difícil separar la verdad de lo que podría ser una mera campaña de desprestigio (a ojos de cierto sector de la población, se entiende). Porque Manning también ha llegado a ser descrito como transexual, psicológicamente inestable, suicida y amante despechado, abandonado por su novio. Y -siempre según la prensa- esa orientación sexual no le habría hecho la vida precisamente fácil, y menos aún en un entorno como el ejército estadounidense, donde se veía obligado por la normativa del DADT a mantenerla en secreto.

Incluso el New York Times publicó un perfil de Manning en el que achacaba su actuación a una infancia y adolescencia difíciles, debido al acoso que sufrió primero por su carácter introvertido, apasionado de la informática, y más tarde por su homosexualidad. Esta hipótesis, no obstante, fue descartada y calificada como “totalmente repugnante” por Julian Assange, fundador de WikiLeaks. Según Assange, los motivos de Manning fueron bastante más nobles, de índole política e imposibles de reducir a un simple ejercicio de psicoanálisis. Muchos ven en esta caracterización de Manning un mero intento por desprestigiarlo, como podría estar ocurriendo con el propio Assange.

Al otro lado del espectro político, otros han llegado a achacar las acciones de Manning a un presunto odio hacia el ejército de los Estados Unidos por su política discriminatoria. No obstante, los que sostienen esta teoría no cuestionan una política represiva como es el DADT por semejantes efectos nocivos, sino que incluso reclaman su endurecimiento.

Sin entrar en valoraciones sobre la (siempre presunta) actuación de Manning, se trate o no de una campaña de desprestigio y sea cual sea su orientación sexual, resulta perturbador que sea utilizada como argumento contra todo un colectivo, y como justificación para mantener una política discriminatoria en vigor.

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“A los 13 años el Opus Dei me indujo a mortificarme con un cilicio” por ser gay y pecador


Entrevista con Jordi Petit, presidente de honor de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya

El destacado y reconocido activista catalán por los derechos homosexuales y premio “Creu de Sant Jordi” del gobierno autónomo de Cataluña, Jordi Petit, todavía visiblemente emocionado por la muerte de su madre el domingo pasado, sacó ayer fuerzas de flaqueza para «revelar un secreto» que le atenazaba.

-Cuando iba a la escuela, en los Salesianos de la calle Rocafort 42, un día llegaron los guías espirituales de los grupos de revisión de vida del Opus Dei. Tras confesarles mi homosexualidad, me indujeron a mortificarme con cilicio (faja de cerdas o puntas de hierro que se ciñe al cuerpo como mortificación) en los brazos y chapas corona de botellas dentro de los zapatos para que me dolieran los pies al andar. Entonces yo tenía 13 años [era 1967], y estuve varios meses expiando lo que según ellos era mi pecado.

-¿No se lo dijo a sus padres?

-No me atreví. Decirles aquello significaba tener que revelarles mi secreto, mi homosexualidad. Además, no quería que se sintieran culpables por haberme llevado a aquel colegio. Por eso tampoco se lo comenté nunca, ni muchos años después, a mi madre. Por eso no lo he anunciado públicamente hasta que ella ha fallecido. Cuando veían que movía el brazo con dificultad, yo les decía que me lo había torcido o que me había dado un golpe.

-¿Cómo le afectó aquel dolor?

-Ese tipo de situaciones dejan una huella terrible en cualquier adolescente, te destrozan la autoestima. Lo que yo me pregunto ahora es cuántos niños tuvieron que pasar por ello durante el franquismo y si estas situaciones aún se dan en la actualidad en algunos centros religiosos. En aquella época, a una amiga mía también la indujeron a mortificarse con cilicio. En su caso, ¡por la salvación de Cuba!

-Y tras aquella y otras vivencias, ¿qué opina de la visita del Papa?

-La “Coordinadora Gai-Lesbiana” apoya a la plataforma “Jo No T’Espero” (Yo No Te Espero). Admiro la labor de los voluntarios de las parroquias y a Caritas, pero los obispos atacan los derechos civiles de nuestro colectivo y el Vaticano, con su prohibición del condón, condena a enfermar de sida a millones de personas, entre otras acciones negativas.

Oscar De Madrid
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Lesbianas palestinas en Israel


Rima Aboud examina la situación de las lesbianas palestinas que viven en Israel y en los territorios bajo la Autoridad Palestina. Confiesa que cuando se enamoró por primera vez de una mujer empezó a cuestionarse su sexualidad. Nunca había oído hablar de una mujer árabe homosexual, nunca había leído y nunca les había visto en la prensa. Ser mujer en una sociedad patriarcal es una lucha diaria por conquistar espacios de libertad más allá de las imposiciones sociales o familiares. La sociedad árabe-palestina tiene poca tolerancia, por no decir ninguna, ante la idea de la liberación de la mujer. Tampoco es fácil vivir en Israel, cuya sociedad prefiere no interferir en las formas de vida y en las tradiciones palestinas. La ONG Aswat ofrece un marco que permite a las lesbianas palestinas manifestar sus sentimientos y opiniones, compartir experiencias y transformar sus experiencias en acciones.

Mi nombre es Rima y soy la coordinadora de información y de publicación de la ONG de lesbianas palestinas Aswat. Estoy aquí en representación de mi organización para hablar sobre la situación de las lesbianas palestinas que viven en Israel.

Hay una creencia que por el hecho de vivir en un país occidental significa que estas protegida por leyes democráticas. La verdad es que, en el caso de Israel, no estas absolutamente protegida, ya que el propio país decide no mirar a las injusticias cometidas por tu propia sociedad, alegando que no quiere intervenir en las formas de vida y en las tradiciones palestinas.

Hace seis años, cuando me enamoré por primera vez de una mujer, empecé a cuestionarme mi sexualidad. Al principio, reprimí todo lo que sentía y elegí la única explicación lógica: que quería su espíritu independientemente de su sexo. El hecho de ser lesbiana no era algo que había considerado o que me había permitido parar a pensar.

Nunca había oído hablar de un árabe homosexual, nunca había leído y nunca les había visto en la prensa. Mi gran miedo era ser la única lesbiana árabe que jamás haya pisado este planeta. Sabía que no tenia ninguna oportunidad como lesbiana. No podía herir a mi familia. Quería estar a la altura de sus sueños y de aquellos de la sociedad, entonces, me casé.

Estaba ansiosa de conocer a alguien como yo. Estaba dispuesta a encontrarlas, leer sobre ellas y escuchar sus historias. Por aquel entonces, me jure que un día iba a contar mi historia, que iba a escribir un libro anónimo, para que la gente supiera de mi existencia y que viví esta vida como una mujer palestina homosexual.

Si lo hubiera sabido entonces, que después de un año de haberme casado, un grupo de mujeres empezó a reunirse y a dar el primer paso para mujeres como yo, mujeres que pensaban que eran las únicas mujeres en el mundo árabe. Esto me hubiera ahorrado noches sin dormir por preocupación y duda.

Aswat se inició cuando nueve mujeres decidieron que ellas no querían sentirse así nunca mas. Se dieron cuenta que si no se unían, habría muchas mas mujeres que arruinarían su vida a causa de la soledad o por rendirse a las normas exigidas a las mujeres por la sociedad. Nuestra organización se convirtió en un espacio acogedor y seguro para esas mujeres que estaban condenadas a vivir un rechazo continuo en sus propias casas.

Cuando les transmití a mis padres mi deseo de divorciarme y de irme a vivir sola se sorprendieron. No entendían porque prefería una vida solitaria a vivir en el calor y el confort de la casa paterna. Cuando me mudé, mi madre “liberal” vino a mi casa, “armada” con mi tío, y amenazó con forzarme físicamente a volver a casa si eso me iba hacer volver. Me pasé noches sin dormir y caminaba por la casa temiendo sus amenazas.

Sin hacer falta decirlo, mi madre estaba muy decepcionada y herida, y se negó a dirigirme la palabra durante un año entero. Obviamente, mi historia no es la mas dura de todas. Muchas mujeres sufren crímenes terribles y están siendo acalladas en sus hogares, por su propia familia y sus seres queridos.

Hace dos años, una mujer Drusa fue asesinada brutalmente en Haifa. Nadie sabía quien lo había hecho, pero se sabía que fue una matanza por honor, que significa que algún miembro de su familia se sentía avergonzado por algo que habría hecho, o no, y decidió matarla y enterrar la vergüenza que trajo a la familia. Su único crimen fue que alquiló un apartamento fuera de su pueblo. Otra fue obligada a huir de su hogar por causa de la violencia física constante que sufría. Se le prohibió abandonar su domicilio excepto para asistir a clases diarias. Aswat la acogió y le ofrecimos ayuda y apoyo. Hoy es una voluntaria nuestra y participa activamente de nuestros grupos de apoyo y cursos de ayuda.

Ser mujer en una sociedad patriarcal es una lucha diaria para conseguir nuestro derecho a vivir, a ser y a elegir. La sociedad árabe-palestina tiene poca tolerancia, por no decir ninguna, ante la idea de la liberación de la mujer. Aquellas mujeres que se desarrollan profesionalmente y consiguen ascender en sus profesiones son consideradas “rebeldes”. Así que ya os podéis imaginar como percibe la sociedad árabe-palestina a las mujeres que deciden explorar su sexualidad. Es un tema tabú en un entorno muy tradicional.

Aswat nace para dar respuesta a necesidad, que no es otra que la de hablar sobre sexualidad, en nuestro propia lengua, con gente que viene del mismo entorno, la misma realidad y que tiene las mismas experiencias. Hemos constituido el primer espacio seguro para mujeres homosexuales palestinas que residen en Israel y en los territorios ocupados. Somos el primer espacio seguro para mujeres homosexual palestinas en la comunidad Palestina en Israel y en los territorios ocupados.

Fundada en 2003, Aswat ofrece un marco que permite a las mujeres homosexuales palestinas oportunidades de manifestar sus sentimientos y opiniones, compartir experiencias y transformar sus necesidades en acciones. Brindamos servicios innovadores, formación y cursos de empoderamiento, apoyo y alcance hacia las mujeres gays palestinas en Israel, los territorios ocupados y al publico en general.

Nuestros programas y actividades responden a las injusticias sociales a través del alcance de acciones colectivas y el cambio social. Aswat cree en la justicia, igualdad y en la creación de nuevas oportunidades para facilitar el éxito en la las vidas de las mujeres.

La dirección de la oficina de Aswat es secreta. Solo lo saben organizaciones que están asociadas y fundaciones que nos apoyan. Sentimos que teníamos que proteger nuestras instalaciones por temor a ataques de radicales extremistas que piensan que fomentamos comportamientos inmorales y que desobedecemos el orden biológico de Dios. Hoy, seis años después de su fundación, Aswat puede ofrecer, no sólo un hogar, pero una nueva lengua y nueva literatura.
Todo lo que puedo decir es que nuestra realidad es una realidad desafiante, al ser una minoría nacional, somos mujeres en una sociedad dominada por el hombre y al mismo tiempo somos homosexuales, aunque no seamos del todo proscritas, somos rechazadas y muchas veces encarceladas en nuestros propios hogares.

Rima Aboud es Coordinadora de Información y Publicaciones de la ONG de lesbianas palestinas residentes en Israel, Aswat, con sede en Haifa.

Oscar De Madrid
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sábado, 18 de septiembre de 2010

20 preguntas antes del sí, quiero


¿Con la libreta de matrimonio se solucionan todos los problemas? Está claro que no. Pero lo que no está nada claro es una importante serie de cuestiones, muchas de ellas relacionadas con la filiación y el estatus de los integrantes de las familias, que se desprenden de la Ley de Matrimonio Igualitario, pero que aún no han sido reglamentadas y muchas veces dependen del humor de un juez o una jueza. Responden a estas preguntas que cada vez van siendo más frecuentes, lxs abogadxs Emiliano Litardo de la CHA, Diego Morales del CELS, Flavia Massenzio y Analía Más de la Fagltb y Greta Pena, directora de Investigación de Prácticas Discriminatorias del Inadi.

1 ¿Cómo son considerados los hijos nacidos del matrimonio? ¿Son automáticamente hijos de la pareja?

–Sí. A partir de la promulgación de la ley el pasado 21 de julio, cuando ese niño nace debe ser anotado a nombre de las dos mamás casadas en el Registro Civil. La ley le reconoce la filiación a ambas mamás, es decir a “la madre biológica y su cónyuge”. Tal fue el caso de Vicente, el primer nene inscripto como hijo de dos mamás en el Registro Civil porteño el último 8 de septiembre.
2 Un niño biológico o adoptado por uno de los dos miembros de la pareja previamente al matrimonio, ¿cómo adquiere el reconocimiento del otro padre o madre?

–En las parejas heterosexuales es un paso natural del matrimonio, pero en las parejas homosexuales surge un conflicto: si bien la ley prevé el reconocimiento automático, no existe una reglamentación que acompañe esta situación. Para Diego Morales, abogado del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), “no debería haber problema para que se escriba en la partida de nacimiento del niño el nombre de la madre o padre no biológico, pero el Registro Civil no está entendiendo qué tipo de familia creó la ley, es un tema de maduración. Lo que presume el Registro Civil es la posibilidad de que un padre biológico reclame sobre el o la niña en el futuro”. Ahora bien, como la ley lo contempla, esta situación se puede reclamar por vía judicial y un juez determinará (o no) que frente a la presentación de documentos que acrediten que el niño o la niña nació y creció en el seno de esa pareja, se inscriba al padre o madre no biológico en la documentación correspondiente. Pero, por el momento, es un tema de interpretación de la ley y de la puesta en práctica de esa ley sobre ciertos organismos que no tienen reglamentaciones claras. Por eso en estas opciones, ante la negativa de un Registro Civil, hay que recurrir a la Justicia (como se hacía en los casos en que el Registro Civil se negaba a casar a personas del mismo sexo, pero esta vez con una ley a favor).
3 Si me niegan el reconocimiento automático de un hijo preexistente al matrimonio, ¿es conveniente pedir la adopción simple?

–En este punto hay divergencias. Para Emiliano Litardo, activista del área jurídica de la CHA, hay que solicitar la adopción simple, que es el trámite que está contemplado en este tipo de casos (ya que la adopción plena implica cortar todo lazo con la familia biológica). “Primero se otorga una guarda que va de 6 meses a un año y luego de ese lapso se abre el juicio de adopción propiamente dicho. El juez o la jueza es quien va a tener la palabra final para otorgar la adopción, para lo cual va a tener en cuenta el interés superior del niño o la niña, antes que nada. De manera que la ley, si bien genera un cambio social importante, no socava prácticas discriminatorias o cierto imaginario social que circunda respecto de las familias homosexuales. Cada juez puede someter a la persona o pareja a los trámites que quiera”. El interés superior del niño contempla “el medio de vida y las cualidades morales y personales del o los adoptantes”, lo cual es una concepción muy abstracta que le permite al juzgador esconder prejuicios homo o lesbofóbicos. Para Morales, en cambio, es mejor esperar: “No soy partidario de pedir la adopción simple, que puede llevar años y no da los mismos derechos que una filiación plena. Si se pide la adopción, además, se somete a la familia a un proceso de invasión que incluye asistente social, testigos, etcétera. Como abogado, recomiendo que las parejas esperen a que el Estado reglamente o intentar una discusión por vía administrativa, reclamando al Registro Civil mediante un recurso la efectivización de ese derecho”. En ese caso, una pareja podría alegar que no se casó antes porque no podía, ya que la ley no existía, y no por eso iba a postergar su opción familiar. Además, ante la concreción de la adopción simple, se corre el riesgo de que el Registro Civil empiece a reconocer naturalmente a los hijos preexistentes y haya que pedir la nulidad de la adopción.

Desde la Falgbt, la abogada Analía Mas explica que “la adopción simple es una estrategia posible, pero se trata de una solución precaria. El Inadi ha señalado que la vía correcta es iniciar el pedido de reconocimiento en el Registro Civil correspondiente”.
4 En estas parejas, ¿qué pasa desde que se lleva a cabo el matrimonio hasta que se soluciona el reconocimiento del hijo o hija? ¿Existe una medida “mientras tanto”?

–En principio sí. Ya sea en el caso de pedir la adopción o de reclamar el reconocimiento se le puede pedir a un juez que reconozca a un hijo por medio de una medida cautelar, pero sólo frente a una situación urgente que requiera una protección rápida. Por ejemplo, una enfermedad o viajes de trabajo. “Sería complicado hacerlo sólo por prevención pero, en principio, se puede pedir esa medida que proteja el tiempo entre el matrimonio y la resolución del reconocimiento del niño o niña”, explica Morales.
5 ¿Los matrimonios del mismo sexo tendrán prioridad para adoptar e inscribirse en los registros?

–Ese fue un ardid de los legisladores católicos que señalaron que, como la ley de adopción dice que se requieren tres años de casados a menos que se demuestre la imposibilidad de procrear, las parejas gays podrían demostrar fácilmente que no pueden procrear juntas, lo que generaría una “discriminación inversa”. Pero en la práctica esto no sucederá. Según Mas, “la situación es diferente y se la contempla en tanto tal. Además, la norma sería imposible de aplicar actualmente y por los próximos años, porque no hay matrimonios del mismo sexo en la Argentina que lleven más de tres años de casados. Es por ello que no se espera que tengan ninguna prioridad en los registros. No se coincide con la realidad considerar que hay una imposibilidad de tener hijos en las parejas del mismo sexo porque no es que ambos sean infértiles”.
6 ¿Entonces las parejas del mismo sexo estarán en el mismo orden que las parejas heterosexuales fértiles?

–En teoría sí, pero en la práctica podría suceder que los jueces de familia demoren la entrega en guarda de los niños a matrimonios del mismo sexo en nombre “del bienestar del menor”. Según Mas, “hay provincias con registro cerrado y los jueces de familia, que suelen ser de carácter conservador, podrían beneficiar a los matrimonios heterosexuales, algo que no escribirían de modo explícito en una sentencia”. Aunque ya existe legalmente un registro único de adopción de alcance nacional, muchas provincias mantienen sus propios registros y en muchas de ellas la Iglesia mantiene una fuerte influencia sobre los jueces de familia y los funcionarios que los dirigen. Sin embargo, Mazzencio señala que, “en todo proceso de adopción, el juez escucha al equipo interdisciplinario que trabaja con él. Son decisiones que se toman con asesoramiento de auxiliares, así que no es fácil que un juez decida arbitrariamente ‘cajonear’ la adopción de un menor por parte de un matrimonio gay”.
7 Los parejas de hecho heterosexuales tienen derecho a una obra social compartida, reducción de impuestos y herencia. ¿Qué ocurre con las parejas homosexuales?

–Las uniones de hecho no están reguladas, pero sí hay jurisprudencia que reconoce en determinados casos ciertos derechos a la concubina o concubino, como el acceso a una pensión o la parte de una herencia, siempre y cuando se acredite que el concubino contribuyó económicamente a generarla. Ahí lo que hace la jurisprudencia no es reconocer el concubinato en igual posición que el matrimonio, sino que entiende una “sociedad de hecho”, una vez acreditado que el concubino colaboró económicamente en esa sociedad. La seguridad social y las pensiones sí se reconocen en las uniones de hecho, pero no se puede equiparar en términos jurídicos el matrimonio con el concubinato. “La Anses emitió una resolución en la que reconoció la pensión por viudez, mucho antes de que salga el matrimonio, acreditando un mínimo de 7 años de convivencia, testigos, propiedades compartidas, etc.”, explica Litardo. En el caso de la obra social, la ley que regula el sistema de obras sociales permite la incorporación de personas en situación de concubinato, indistintamente de la orientación sexual. “Sin embargo, hay ciertas obras sociales y ciertas empresas de medicina prepaga que no reconocen el status de concubino y hay que judicializar el asunto”, concluye.
8 ¿Se reconocerá el concubinato para heredar la pensión en caso de viudez?

–Eso dependerá de la caja a la que se aporte. A nivel nacional, la Anses ya lo reconoce desde agosto de 2008. Para ello es requisito demostrar la convivencia durante por lo menos cinco años –mediante facturas de servicios, manifestaciones de testigos u otros medios–, tal como ya sucede con las parejas convivientes heterosexuales.

Sin embargo, hay varias cajas provinciales o de distintos ámbitos profesionales que aún no reconocen a los concubinos. La libreta de matrimonio es la única garantía de cobertura legal en este sentido.
9 Una pareja homosexual casada, ¿puede obtener la deducción del impuesto a las Ganancias, tal como les corresponde a las parejas heterosexuales?

–El artículo 23 de la ley sobre ganancias no imponibles y cargas de familia establece cuáles son las deducciones personales para los individuos con relación a este impuesto. Allí se señala la deducción por cónyuge: se trata de un monto fijo de 12 mil pesos anual. Las condiciones son que la pareja resida en el país, que esté a cargo del empleado que pretende la deducción y que sus ingresos no superen los 10.800 anuales.

En principio, las parejas gays casadas también están amparadas por este beneficio. Pero ocurre que la normativa actual establece que es el hombre de la pareja quien debe declarar los bienes y rentas gananciales, y que sólo aquellas rentas o bienes derivados del trabajo personal de la mujer serán declarados por la misma, “amén de los bienes adquiridos con anterioridad al matrimonio o los que haya recibido por herencia, legado o donación”. Ante esta situación, ¿cuál de los cónyuges deberá declarar las rentas y los bienes gananciales en el impuesto sobre los Bienes Personales? Muchos especialistas han señalado la urgencia de una reforma impositiva antes del vencimiento del período fiscal actual, el 31 de diciembre de este año. Hasta entonces, rige una ambigüedad normativa.
10 ¿Los hijos pueden llevar los dos apellidos?

–En la ley está contemplado que figuren los dos. Pero a las madres de Vicente no les aceptaron esa posibilidad. En ese caso, ellas y todos a quienes les pase lo mismo tienen la posibilidad de ir directamente a la Cámara Civil, presentando un recurso de apelación frente al rechazo del Registro Civil. “El problema es que no se tanteó mucho a esos jueces en estos años, de hecho fueron jueces civiles de primera instancia los que frenaron fallos de la Justicia civil para matrimonios entre personas del mismo sexo antes de la ley, entonces no sabemos qué posición tienen”, resume Morales. Pero en la letra de la ley propiamente dicha, “en caso de que los adoptantes sean cónyuges de un mismo sexo, a pedido de éstos podrá el adoptado llevar el apellido compuesto del cónyuge del cual tuviera el primer apellido o agregar al primero de éste el primero del otro”.
11 ¿Qué pasa con la cláusula de fidelidad exigida por la ley de matrimonio civil?

La ley de matrimonio exige tres deberes: fidelidad, asistencia y cohabitación. El no cumplimiento de uno de estos tres deberes es causal de divorcio. “La esencia del matrimonio civil tiene criterios muy decimonónicos, inspirados en la doctrina católica. Hay obligaciones que hacen que el matrimonio sea hoy obsoleto, por eso la CHA presentó un proyecto de modificación del matrimonio, para que en vez de liberar no termine oprimiendo a la pareja, pero el piso de igualdad jurídica que generó la ley es la base para habilitar estas discusiones”, explica Litardo. En ese sentido, apunta que para acceder al matrimonio, la sociedad “exige” una relación de amor romántico, cuando bien podría tratarse de dos amigos o amigas que quieran casarse para reconocerle derechos al otro. “Muchas veces llegan dos amigos del interior que quieren unirse civilmente para que el otro pueda acceder a una obra social, o la posibilidad de que mi amigo entre al hospital si me pasa algo, pero eso no está previsto en el imaginario social, así que es un debate que recién empieza”, concluye. Para Morales, “la casuística se va a desarrollar en el tiempo. No sabemos si son los mismos los criterios que va a valorar un juez a la hora de divorciar una pareja homosexual o heterosexual. Va a entrar en juego qué pruebas presentan las parejas, cómo prueban que no era una práctica previa, etcétera”.
12 Si una pareja homosexual tiene un hijo por inseminación artificial, ¿qué papel juega ante la ley ese tercero que tiene un vínculo biológico con el niño?

–Ante un reclamo y un análisis, es verdad que ese tercero aparece como padre o madre, pero ahí entra en juego la identidad biológica del niño. Si no la supiera y el día de mañana tiene una sospecha y la quiere corroborar, tendría que tener ese derecho e incluso pedirle al padre biológico que lo reconozca. Puede haber un conflicto porque la patria potestad es de a dos, nunca de a tres. “Por nuestra historia, la Argentina es pionera en rastrear la identidad biológica. En el caso de una pareja que ‘invita’ a alguien a ser el padre, eso no está contemplado en la ley. En ese caso irían a competir dos situaciones de reconocimiento y habría que ver cómo se define, pero todavía no lo sabemos”, dice Morales. Si el chico quisiera que su padre legal sea el biológico y no la pareja de la madre, por ejemplo, podría desplazar en su partida a esa madre mediante una acción judicial. “Porque los lazos biológicos en general son priorizados, pero habría que ver cada caso en particular y cómo evoluciona esto”, concluye.
13 ¿Qué pasa en el caso de que una travesti se case y luego se realice la reasignación de sexo? ¿Se tiene que volver a casar?

–La reforma de la ley de matrimonio, a diferencia de muchas leyes del Código Civil, hace un corrimiento del sexo de las personas, es decir que borra el sexo como núcleo central. Ya sea que se case una travesti con un varón o con una mujer, a la ley no le interesa ni modifica. Lo que sí entra a jugar es la discusión del reconocimiento por género: si hay reasignación de sexo después del matrimonio, probablemente esa persona se haya tenido que casar con su nombre registral derivado del sexo biológico, pero si se readecua genitalmente y cambia su nombre por orden del juzgado, se comunica al Registro Civil el cambio de nombre y se da una nueva libreta de matrimonio, un nuevo DNI, etcétera. “A la ley no le importaba la orientación sexual, sino el sexo biológico: no podían casarse dos personas del mismo sexo, tengan la orientación sexual que quieran, y eso es interesante; en el matrimonio, el sexo biológico funcionaba como dispositivo de no acceso al derecho civil de contraer nupcias. Posreforma de la ley se genera este borramiento que, políticamente, es muy positivo y habilitador en otras discusiones”, explica Litardo.
14 Si una persona de nacionalidad argentina se casa con un extranjero, ¿esa persona obtendrá la ciudadanía?

–Sí. Se les ha otorgado la ciudadanía a cinco personas que se han casado con argentinos de su mismo sexo. Según Flavia Massenzio, abogada de la Fagltb, “esto también es válido para personas casadas legalmente en otros países que cuentan con una ley de matrimonio igualitario, como Canadá o España, a quienes se les debe reconocer la ciudadanía argentina para su cónyuge”.
15 ¿Cómo es el régimen de tenencia y visitas para los hijos menores de cinco años en caso de divorcio?

–El artículo 4 de la ley dice que “los hijos menores de cinco años quedarán a cargo de la madre, salvo causas graves que afecten el interés del menor. En casos de matrimonios constituidos por ambos cónyuges del mismo sexo, a falta de acuerdo, el juez resolverá teniendo en cuenta el interés del menor”. Esto quiere decir que, en primer lugar, serán las partes quienes deberán ponerse de acuerdo con cuál de sus madres o padres va a vivir el niño. En caso de disputa, es el juez quien deberá decidirlo, con el amplio margen que le da la ley para su arbitrio. Para Analía Mas, “la ley da como primera opción que se pongan de acuerdo las partes, pero si los chicos pasan a ser el botín de guerra del divorcio, es el juez quien decide. Igual, la patria potestad está compartida entre ambas madres o padres, así que no se generarán mayores problemas o muy diferentes de los que se generan en los divorcios heterosexuales”.
16 ¿Sigue siendo válida la figura de la nuera viuda sin hijos para heredar?

–El Código Civil argentino prevé la figura de la “nuera viuda sin hijos”, que ampara a “la viuda que permaneciere en ese estado y no tuviere hijos, o que si los tuvo no sobrevivieren en el momento en que se abrió la sucesión de los suegros. Ella tiene derecho a heredar la cuarta parte de los bienes que le hubieren correspondido a su esposo en dichas sucesiones”. La nuera viuda que hereda es la que no se volvió a casar después de enviudar, no estaba divorciada por su culpa ni había perdido el derecho hereditario con respecto a su marido. Además, la “viuda nuera sin hijos” no debe tener hijos porque, de tenerlos, “ellos heredan en representación del padre”. En el caso de dos mujeres casadas siempre va a haber una nuera y en el caso de dos hombres, nunca. Por el momento, el yerno viudo no accede a esa parte de la herencia, aunque existe jurisprudencia que ha beneficiado a yernos viudos sin hijos y se espera que se siga avanzando en ese sentido con los matrimonios entre hombres, hasta que la ley sea modificada.
17 ¿Cómo van a funcionar las licencias por paternidad y maternidad?

–Actualmente rige el artículo 177 de la ley de contrato de trabajo, que dice que las empleadas embarazadas tienen derecho a tomar una licencia de 90 días con goce de sueldo, más excedencia. Para los hombres rige desde junio una licencia por paternidad que sólo comprende cinco días, tanto para padres biológicos como adoptivos.

En el caso de un matrimonio de dos mujeres, la embarazada tiene el derecho de licencia de 90 días y la madre no biológica, de cinco días. En el caso de una pareja de dos hombres, uno de los dos puede tomarse el beneficio de los tres meses y el otro el de los cinco días.
18 ¿Y cuál sería la licencia que le corresponde a la co-madre o co-padre?

–Según Greta Pena, del Inadi: “Se espera que pueda gozar del derecho de cinco días, incluso en el caso de adopción, tal como establece la última reforma a la ley. Aunque la ley no lo diga explícitamente, si en vez de un papá hay otra mamá, se debe resolver por analogía, como modo de interpretar la ley”.
19 Los libros del Registro Civil siguen diciendo “esposo y esposa”. ¿Esto cuándo va a cambiar?

–Se suponía que iban a ser modificados en el plazo que transcurrió desde la aprobación de la ley en el Congreso hasta su promulgación por parte de la Presidenta. Sin embargo, depende de cada municipio y provincia. Lo mismo para los formularios y demás papeles administrativos. Muchas oficinas públicas y registros prometen modificar estas cuestiones en cuanto se les termine el stock de los viejos libros. Desde la agrupación 100% Diversidad y Derechos ya le exigieron al secretario del Interior, Marcio Barbosa, que inste a los registros civiles de todo el país a adaptar este tipo de cuestiones a la nueva ley, así como capacitar a los empleados en un trato “amigable” con la comunidad gay.
20 ¿Los análisis prenupciales son obligatorios?

–Sí, es igual que para los heterosexuales, pero no se incluye el test de HIV. Se trata de un examen de tipo VDLR que detecta la sífilis. El test de HIV tampoco se realiza a las parejas heterosexuales. Por ley no se puede realizar este análisis sin el consentimiento de la persona. l

Producción: Flor Monfort y Federico Sierra.
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sábado, 28 de agosto de 2010

Cronología sentimental de Marguerite


El trazado de una vida es tan complejo como la imagen de una galaxia, decía Marguerite Yourcenar. Si la miráramos de muy cerca, advertiríamos que esos conjuntos de acontecimientos, esos encuentros percibidos sin relación entre sí, están vinculados por líneas tan tenues que al ojo le cuesta seguirlas; unas veces parece que no llevaran a ninguna parte, otras veces se prolongan más allá de la página. Esta cronología amorosa de la escritora francesa que marcó a fuerza de personajes mitológicos y heroicos la literatura del siglo XX es uno de los modos de acercarse a su galaxia, a su escritura casi siempre inspirada en tormentas pasionales y a sus modos de amar y ser amada.

1903 Nace el 18 de junio en Bruselas, Bélgica. Su madre muere pocos días después de dar a luz. Esta escena trágica y nuclear domina —acaso veladamente—, con múltiples matices y derivaciones, tanto su vida como toda su obra.

1909 Marguerite toma desde pequeña como ideal humano y femenino a Jeanne de Vietinghoff, amiga y compañera de su madre y, a la vez, gran amor de su padre, Michel de Crayencour. Más allá de este arquetipo que Jeanne asume en toda su obra, Marguerite no tendrá complacientes opiniones sobre el feminismo, ni prestará gran atención a los personajes femeninos en sus ficciones. Será acusada de rechazar a las mujeres en sus novelas y de escribir una literatura más bien misógina, “proyectada” en personajes masculinos, “parecidos a los hombres que ama sin esperanza en la vida real: hombres a los que las mujeres no les interesan en lo más mínimo”.

1919 Su padre le regala en Navidad la propuesta de publicar su poema “Icaro”. había que buscar un nombre de escritora. Juntos juegan “a los anagramas” con el apellido Crayencour y se deciden por Yourcenar. De nombre eligen Marg, “liberado del indicio que lo feminiza”, y, a la vez, según ella misma, “curioso nombre andrógino que neutraliza misteriosamente su identidad sexual”. Como Marg Yourcenar firmará todas sus obras hasta la muerte de su padre.

1923 Tiene veinte años y se siente por primera vez perturbada por el encuentro con un joven “que le pareció diferente de los demás”. Acostumbrada a vivir junto a su padre —un hombre que “no puede arreglárselas sin mujeres”—, la conmoción vendrá del reconocimiento de que el editor André Fraigneau es “un hombre que ama a los hombres”. Al comienzo de la relación es el propio padre mujeriego contumaz quien la tranquiliza, explicándole que en materia de preferencias sensuales “nada es insólito o inaceptable”. De André Fraigneau, también escritor —y con quien Marguerite emprenderá desde su juventud una suerte de competencia intelectual—, la escritora tomará la estructura triangular de sus personajes donde generalmente dos hombres terminan por descubrir “que se aman a costa de una mujer simbólicamente eliminada”. En 1936 publica el libro más personal de su primera etapa, Fuegos, en el que “describe” la desgraciada pasión que experimentó por su amado homosexual. “Nuestro comercio con otro no tiene sino su tiempo; cesa una vez que se obtiene la satisfacción, se sabe la lección, se cumple el servicio, se termina la obra. Lo que era capaz de decir fue dicho; lo que podría aprender fue aprendido. Ocupémonos por un tiempo de otros trabajos.”

1929 Publica Alexis o el tratado del inútil combate, en el que cuenta la historia de un hombre joven, recientemente casado, que al constatar que “su homosexualidad es un hecho”, decide escribirle a su mujer, en el momento de dejarla, explicándole los motivos de por qué la abandona.

1932 Emprende su primer viaje a su país de elección, Grecia: patria de los Dioses y de los Poetas, patria de Safo y patria de “los hombres que aman a los hombres”. En ese mismo año publica Ariadna y el aventurero, donde aparece por vez primera su fascinación por la historia del laberinto y el Minotauro, que es, además, la matriz de muchas de sus revisitaciones al mito, como la que puede leerse en la ejemplar ¿Quién no tiene su propio Minotauro? (1960). En Ariadna —más allá de un Teseo abiertamente bisexual, como casi todos los personajes de sus novelas—, en la bodega del barco que conduce a las víctimas del monstruo, los jóvenes prisioneros fantasean con su verdugo, “según la diversidad de sus preferencias sexuales”: “Un joven lo imagina similar a su amante; una muchacha, como el novio de su vecina; otra muchacha, a imagen y semejanza de la hermosa Attys, a quien amaba; otro hombre, como su bienamado”.

1935 Navega por las islas griegas y por el mar Negro en compañía del mitólogo y poeta surrealista —e introductor del psicoanálisis en Grecia—, Andréas Embirikos, su amante y amigo. Andréas es un joven cosmopolita, hijo de una rica familia griega de armadores del Pireo, que “ama a las mujeres” y que busca en la joven francesa a su musa personal. Marguerite le dedica las fábulas de Cuentos orientales (1938), donde no sólo acepta que “el deseo puede llegar a arder” sino donde reconoce que las pasiones irresueltas provocan sufrimientos violentos. Marguerite confesará más tarde a Mathieu Galey: “En la pasión está el deseo de satisfacerse, de saciar, a veces de dirigir, de dominar a otro ser. En el amor, por el contrario, hay abnegación (...). La pasión es más bien del orden de la agresividad que de la abnegación”.

1936 Prueba un cambio. Junto a su íntima amiga Nelly Liambey, hace lo posible para masculinizar su rostro con un corte a la garçonne, a llevar pantalones y a fumar “con determinación poco femenina”. Vestida de ese modo asiste a las tertulias y a los “concertados encuentros” en los bares lésbicos del París gay, el “The Columbin” de la rue Mont-Thabot y el “Wagram” en la rue de Rivoli. A su vez emprende –a modo de autorrevelación– la tarea de traducir al poeta griego Kostantin Kavafis, muy pronto considerado un icono insoslayable de la cultura gay.

1937 Conoce en París una noche de invierno a la docente norteamericana Grace Friks, la mujer “con rasgos de joven sibila”. Según la versión de Jerry Wilson —compañero de Marguerite en su vejez—, Grace invitó descaradamente —tal vez el único y crucial descaro de toda su vida— a mademoiselle Yourcenar a “visitar” América. A partir de este encuentro, Marguerite y Grace sostendrán una “relación” que se prolongará por más de cincuenta años, unión que Marguerite siempre calificó basada en “mirar juntas en la misma dirección”. Florence Codman, amiga de ambas, confesó: “Grace estaba loca por Marguerite y creo que siguió estándolo. Para Marguerite, a lo largo de los años se transformó en un buen matrimonio, creo. Sin la menor duda, un matrimonio”. Más allá de que Grace ha sido considerada por muchos “la sombra” de Marguerite o “esa mujer oscura” –causante de su exilio, alejamiento o acaso “expatriación” en los Estados Unidos–, toda la “vida práctica y la organización material” de Yourcenar recayó en la persona de Grace durante todo el tiempo que vivieron juntas. Según una de sus biógrafas, Marguerite siempre sobre valoró la suerte de los “machos” –de sus colegas, los escritores hombres–, de tener a disposición “una mujer en la cocina y en la intendencia”.

1938 Pasa la segunda mitad de este año junto a su amante, la hermosa Lucy Kyriakos —de estado civil casada—, que morirá dos años después durante el bombardeo de Janina. Lucy —“esa griega morena de ojos azules”— fue importante en el corazón de Marguerite, más allá de “haber trabado” ya una relación con Grace. Más de treinta años después, en los papeles íntimos de Marguerite se encontró, entre las fechas de nacimiento y muerte de personas queridas y personajes de ficción, una brevísima esquela donde se lee: “Domingo de Ramos: muerte de Lucy”, a quien también recuerda en cada festividad de Santa Lucía, virgen y mártir. Tiene menos de 40 años y se ha enamorado peridamnete de un gay, un heterosexual, una lesbiana y una mujer casada. Como mínimo. Según Michèle Sarde, para Marguerite “el amor no tiene género, no tiene más que un cuerpo y ese cuerpo está igualmente imantado por la belleza, toda la belleza, sea que tome la forma curva de un seno de mujer o la línea dura de un muslo de jovencito”.

1939 Decide aceptar la invitación y reunirse con su amiga Grace —a quien ella llama con el tierno diminutivo de Grete en algunas agendas— del otro lado del Atlántico, en su primer encuentro con el Nuevo Mundo, ante el “admirable verano indio” de Connecticut en otoño. Al embarcarse, Marguerite —que, de alguna manera huye del horror de la Segunda Guerra— no sabe, desconociendo “las extraordinarias carambolas del azar y de la elección”, que ese viaje de pocos meses se transformará en un alejamiento de once años, para instalarse en el país donde “escribirá” todas aquellas grandes obras por las cuales hoy es conocida en todo el mundo, obras que estaban todas ya, de manera incipiente, en sus obras de juventud: “El hecho es que conocí muy joven a la mayoría de los personajes reales o imaginarios que iban a ocuparme toda la vida...”, confiesa. Antes de partir, Marguerite deja —en sendos baúles en el hotel Meurice de Lausana— algunos objetos salvados del “naufragio” —específicamente de la dilapidación de la fortuna familiar a cargo de su padre— y, en especial, la última versión del manuscrito de Adriano que, una década después, se transformará en su obra mayor.

1940 Marguerite recibe con pasmosa regularidad, durante los primeros años de su “exilio” americano, cartas del poeta Jean-Paul de Dadelsen, que “sueña” con ella: “Si está en la cama con una tostada en la mano, no tema decírmelo. Mire, la beso sin siquiera pedirle permiso: puede siempre elegir que fuera en las mejillas o en el escote de sus ropas de sueño. Estoy tan lejos en el espacio como el auriga en el pasado; invierta los términos y suponga que es un beso que le llega del fondo de las edades, a menos que venga a su encuentro desde la orilla del futuro”. Aún no sabemos si Marguerite le leyó estas misivas a su compañera.

1948 Marguerite y Grace empiezan a visitar casas para vivir juntas en los alrededores de la isla de Mount Désert, condado de Maine, “iluminado por la aurora boreal”. En 1950 finalmente adquieren la “casita de ensueño” de Northeast Harbor, bautizada como “Petit Plaisance”, donde juntas pasarán el resto de sus vidas.

1949 Marguerite recibe los baúles que había dejado en la Europa en guerra, de donde exhuma el antiguo borrador de lo que será Memorias de Adriano, viejo “proyecto” que había iniciado en 1924. En esta obra aplica lo que ella llama una magia simpática, método místico que consiste en poner un pie en la erudición y otro en el arte “de transportarse en pensamiento al interior de alguien”. Grace colabora más que activamente en el trabajo de corrección y de revisión del manuscrito final, aceptado por la editorial Plon. De alguna manera, Adriano será el “hijo” de “la familia que forman”. Como un efecto indeseado, Adriano —ese hijo en común— no hará otra cosa, “en su fulgurante estela”, que alejarla cada vez más de una Grace que ha empezado a envejecer debido a las amenazas de un cáncer. A partir de la década del ‘50, Marguerite renuncia a sus cargos como “profesora de Literatura francesa e italiana” en universidades locales; será Grace quien la mantendrá económicamente desde ese momento y hasta que las cifras de los derechos de autor les permitan consolidar una posición: “Desde hace un año –escribe en 1951–, la infinita solicitud de la amiga con la cual vivo (...) me permitió renunciar temporariamente a mi trabajo”.

1974 Marguerite reconoce que la salud de Grace ha empeorado de manera definitiva: un cáncer generalizado del sistema linfático ataca todo su cuerpo; Marguerite reconoce la prueba que la espera al “ver a un ser humano lentamente destruido por una enfermedad terrible”. A modo de desafío —o de último desafío—, Grace se empeña en pasar un mes polar en Alaska (“viaje admirable, pero angustioso”). Recién el último año de la enfermedad de Grace, Marguerite se permitió reconocer en varias cartas que su compañera es “demasiado sajona para confiarme sus verdaderos sentimientos”. Por su parte, más allá de su estado muy debilitado, y sin delegar jamás el seguimiento de la vida y de la escritura de Marguerite, Grace escribe poemas —tal vez de “cólera y de desesperación”— donde, refiriéndose a Marguerite bajo el nombre de Gertrude —“dama altiva y bien peinada, que no tose ni estornuda, ni siquiera en las islas Hébridas” y que alude a la escritora norteamericana Gertrude Stein y a su relación de pareja con Alice Toklas—, se permite, luego de años tal vez de “íntima frustración”, ridiculizar a ese “modelo de perfección” que ella misma contribuyó a crear: “¿Quién tiene aspecto agotado / y se abandona a la desesperación / cuando ‘tout reste à faire’? / Gertrude no”.


1979
Marguerite puso, a modo de íntima ceremonia, en la cabecera de la cama de su compañera, una pequeña cajita de música que toca un aria de Haydn; horas más tarde, cuando la enfermera le confirmó el deceso, abrió de par en par la ventana para permitir que “su espíritu se fuera”. “En cada momento de la vida se puede reinventar un rito. La muerte tiene sus jardines”, confesó.

1980 Marguerite acepta —apenas un año después de la muerte de Grace— la compañía de un joven fotógrafo americano, Jerry Wilson, que había conocido a mediados de la década del ‘70. Marguerite declara: “Con Jerry, el sol entra en mi casa”. Jerry es para Marguerite el prototipo del golden boy alegre y jovial. Con Jerry —y en muchos casos con Daniel, íntimo amigo de Jerry, con quien constituyen junto a Marguerite “un singular trío”—, la escritora, transformada en “vieja dama indigna”, no se resistirá a las más que insólitas demandas de su compañero –incluidas grandes sumas de dinero– y a aceptar emprender, en su vejez, agotadores pero gozosos viajes al Japón, a la India, al Africa, a América Central, a Tailandia, a Marruecos, a Egipto y, una vez más, a Grecia, su “patria bienamada”. “¿Quien aceptaría morir sin haber dado, por lo menos, una vuelta por la prisión?”, dirá. Más allá de las diferencias de edad —tal vez fruto de una verdadera y última “infatuación”, acaso como la infatuación que el emperador Adriano sintió por el joven Antinoo—, es tan fuerte la “experiencia de renovación” que Jerry le transmite que “la anciana dama” declara a un íntimo amigo: “Finalmente he conocido al hombre de mi vida”. Los signos de singular pasión exceden lo íntimo: Marguerite le dedica a Jerry su libro Un hombre oscuro (1982), quizá su testamento literario. Marguerite publica a comienzos de la década del ‘80 una personal lectura de la vida y de la obra del escritor japonés Yukio Mishima; en ella destaca que, dos años antes de su muerte (bajo el rito del seppuku), un nuevo personaje irrumpió locamente en la vida del escritor: el joven Morita, de veintiún años de edad, guapo, provinciano y rechoncho que —como Jerry con Marguerite, o viceversa— corría al escritor siguiéndolo “por todas partes como una prometida”.


1986
A pocos años de ser recibida con honores bajo la Coupole, es la primera mujer en integrar la Academia Francesa de Letras desde su creación, en 1634. Marguerite llora a Jerry, su joven “amigo”, víctima del sida y fallecido en el hospital Laennec de París a los treinta y un años.

1987 Se muere de un ataque al corazón el 17 de diciembre.

2037 La escritora estipuló que cincuenta años después de su muerte se abran sus archivos privados del material, que incluye los diarios íntimos y su correspondencia amorosa, precintados y custodiados por la Houghton Library de la Universidad de Harvard. Faltan veintisiete años aún para que tal vez la íntima verdad de la vida sentimental y amorosa de Marguerite Yourcenar sea revelada.

Walter Romero

Algunas pistas

Su entrada a la Academia Francesa (1980), como primera mujer en ingresar a la institución creada en 1634, significó la reivindicación de una escritura que siempre se encargó de establecer distancias con su lector, y si bien se manifiesta como clásica en el orden formal y en el abordaje de temas, establece puentes innegables con nuestro tiempo y sus problemas. La “actualización” de su obra proviene de la importancia que sus novelas le han dado, sin más, a la interioridad y a un catálogo más que inquietante de componentes, temas, atmósferas sexuales.

Su obra parece no estar atravesada por las modulaciones de su época ni de la coyuntura; el suyo es más bien un depurado diálogo con la Antigüedad y con la gran tradición de la literatura francesa. En sus novelas históricas, o “lo que puede denominarse así”, la impronta de los rasgos sagrados y espirituales de sus personajes (Adriano o Zenón) es un modo de defraudar sistemáticamente la voluntad y la acción de sujetos librados al peso de sus conciencias.

En su indagación del universo masculino los personajes femeninos quedan relegados a meras entelequias bajo el orden de andros en una de las más originales modalidades de la voz de una escritora. Yourcenar rescata a las mujeres que desde su corporalidad o desde su carácter asumen la forma del andrógino, y alumbra de este modo universos de homoerotismo y de bisexualidad.

El hedonista Adriano (Memorias de Adriano), seguidor de Epicuro, intenta la conciliación del placer con la virtud romana y las enseñanzas estoicas. La novela, que reinventa sus reflexiones y sus cartas, es una reconstrucción de ese “desde adentro”, o bien la reconstrucción de un mundo interior que se puede leer como refutación: lo que de verdad cuenta nunca aparecerá en las biografías ni en los manuales.

Uno de sus últimos libros, Como el agua que fluye (1982) está compuesto por tres relatos ambientados en el siglo XVI entre Italia y Flandes. El primero, “Ana Soror” coloca en escena una perturbadora relación de amor entre un hermano y una hermana en la Nápoles de la Contrarreforma. El delicado erotismo no ahorra reverberaciones bíblicas. La segunda pieza, la nouvelle “Un hombre oscuro”, es considerada por la crítica su testamento espiritual. La atmósfera balzaciana y stendhaliana parece reintegrar su obra a la gran tradición de la literatura francesa.

En Panorama de la literatura francesa contemporánea, Santiago Arcos Editor, Bs. As., 2009.


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lunes, 2 de agosto de 2010

Un mercado que sale del closet


Cada vez más empresas están interesadas en el mercado para gays y lesbianas que, se supone, viajarán en mayor cantidad a la Argentina, considerada destino gay friendly desde la sanción de la ley. Los expertos del sector ya hacen encuestas y elaboran estrategias sobre gustos e intereses.

En la madrugada del 15 de julio, mientras la noche en el Senado parecía infinita a fuerza de discursos en debate, un sector comercial no podía creer lo que veía venir. A menos de una semana de hacer su presentación en sociedad, la Cámara de Comercio Gay & Lésbica de Argentina (Ccglar) comprendía que el panorama podía cambiar casi radicalmente para los negocios. Un día después, la intuición cobró cuerpo. “Ya al día siguiente de votarse la ley, algo cambió en la mentalidad de los empresarios y la gente. El hecho de que en el Congreso, en los diarios y la tele, en todos lados, se diga gay, lesbiana y trans, con todas las letras, que se hable con respeto y exigiendo igualdad, que casi todas las semanas fuera tema de debate, y que además terminara ganando la opción que defiende los derechos de esas personas”, bueno, todo eso habilitó algo. De alguna manera dio el permiso a esas personas que se escudaban en el prejuicio. Es como si a partir de eso dijeran “ya es ley, somos iguales, de acuerdo.” O “si la Presidenta, la televisión, la ley lo dicen, será así”. Pablo de Luca, que preside la entidad, lo dice por la evidencia: empresas que venían resistiéndose a asociar su imagen al mundo LGBT llamaban para saber cómo podían acomodarse a los tiempos que corren. “Eran las mismas personas a las que visitábamos para decirles que ‘en Bélgica o España, tu empresa promociona en nuestro segmento’ y que nos respondían ‘sí, pero en Argentina no nos animamos’.”

Podría pensarse que, con los indicios de lo que recién comienza y ya empieza a prever barullo, el dicho podría dejar de afirmar que sólo el dinero convoca al dinero: de momento, es sólo la expectativa y las proyecciones de lo que una nueva legalidad sobre igualdad podría aparejar. Las cuentas ni son pocas ni suenan pesimistas; como se sabe, el mercado no regala nada.

El arte de inventar espejos
“Si conocés personas gays, sabés que el 90 por ciento no somos como nos pintan la mayoría de las veces. El otro día, viendo una revista que incluía publicidades para atraer público LGBT, una amiga lesbiana señalaba las fotos y decía: ‘Pero mirá esas uñas, mirá esas chicas, ¡nosotras no somos así!’. Y tenía razón. Es como cuando te muestran al varón gay y está todo depilado hasta las cejas. En realidad somos otra cosa y estamos integrados. Somos tu abogado, el maestro de tus hijos, el colectivero. Así somos.” Con esas palabras, De Luca define el mercado que intenta delinear y del que –a la vez– forma parte junto con su pareja y socio en los negocios, Gustavo Noguera. Desde hace cinco años ambos editan GMaps, la pequeña revista de distribución gratuita que guía por la vida LGBT porteña a locales y turistas. De la revista, que tiene versión Miami desde 2007 y otra marplatense desde 2009, nació una red regional. Por eso recorrieron América latina rastreando posibles nichos de mercado, algo que necesariamente venía de la mano de una evaluación: ¿Esa ciudad, ese país, es respetuoso de la identidad LGBT? “Y hablo de respeto, no de tolerancia: a mí me tienen que respetar, no tolerar. Habrá gente que no lo hace, como la del Opus Dei, pero tampoco ellos quiero que me toleren.”

Y porque el respeto nace de, al menos, cierto manejo de información, De Luca y Noguera, de tanto en tanto, viajan para dar talleres. Reúnen personas de empresas locales para todo público y otras específicamente dedicadas al mundo del turismo, todas previamente interesadas en abordar el mercado gay. “Les pasamos fotos de mujeres y varones y les pedimos que nos digan si reconocen a gays y lesbianas de heterosexuales. En el 90 por ciento de los casos se equivocan, porque es clarísimo que sus ideas se basan en estereotipos. Es realmente una ocasión para reírnos del prejuicio que tienen las personas. Y no son los únicos. Generalmente los comunicadores heterosexuales que tienen prejuicios sobre la población LGBT nos hablan desde el prejuicio. Es tanto así que una de las chicas que trabajan sobre marketing para lesbianas el otro día preguntaba: ‘¿Qué es más rápido que la luz? El tiempo que le lleva a una lesbiana darse cuenta de que las chicas de la publicidad son dos modelos heterosexuales que no tienen ni idea de por qué están en esa foto’. Es así.”

El prejuicio, acota De Luca, es tan evidente que puede resumirse en pocas ideas: “Se dice que el hombre gay es glamoroso y urbano, compra perfumes y ropa cara, y que a la mujer lesbiana le gusta irse de campamento con un hacha en la mano”. Pero los números, más que insinuar, describen claramente otras cosas. Por empezar, tanto ellos como ellas gastan un promedio de 200 dólares diarios (contra los 130 promedio de las y los heterosexuales), y tanto eligen hacerlo en Buenos Aires como, en menor medida, en destinos del interior del país.

No hay datos disponibles de 2009 porque la epidemia de gripe H1N1 desdibujó el turismo mundial, pero en 2008, de los 2.700.000 turistas llegados a Argentina, casi 500 mil eran LGBT, es decir, un 17,8 por ciento del total. Esas personas gastaron unos mil cien millones de dólares en distintos rubros de la actividad turística y posiblemente los registros superen la cifra al cerrar 2010. De hecho, la tendencia observada hasta el momento permite aventurar que, para fin de año, habrán pasado cinco millones de turistas extranjeros por el país, según explicó el ministro de Turismo Enrique Meyer a este diario. “Hoy, en especial desde la sanción de la ley de matrimonio, Buenos Aires es reconocida mundialmente como una ciudad gay friendly y algunos destinos del interior se van acoplando –explicó Meyer–, por lo que un porcentaje importante de esas visitas posiblemente venga en busca de turismo gay friendly este año y todavía más el siguiente.”

En su entusiasmo, De Luca analiza estas cifras proyectando experiencias de años anteriores y arroja un número sorprendente: “Entre 800 y 900 mil de esos turistas serán LGBT, y llegan en un mismo porcentaje varones que mujeres”.

Como sucede con otros públicos, el 70 por ciento de quienes arriban al país permanece fundamentalmente en la ciudad de Buenos Aires, con eventuales paseos por el interior de la provincia. “Desde el punto de vista gay, es más atractiva Buenos Aires que el interior. ¿La principal razón? Es que, como producto, la ciudad es genial: hay cultura, historia, gastronomía, vinos, precios más baratos que en otras ciudades. A las chicas les gustan las chicas argentinas; a los chicos, los chicos argentinos. En serio, no hay que descartarlo: eso es una de las motivaciones.”

Un ranking elaborado por la cámara dice que en primer lugar las y los turistas LGBT llegan en busca de recorridas gastronómicas. Casi tanto como ese rubro influye el deseo de dar con “vida de barrios gays. Saben que acá no hay algo tan consolidado como el Marais de París, o Chueca, en Madrid, pero sí les gustan Palermo, Recoleta y San Telmo”. En tercer lugar, “como a cualquier otro tipo de público turístico”, les gusta la actividad cultural y la vida cotidiana de la ciudad: conocer el Malba, sentarse en Plaza Dorrego. Recién en cuarto lugar se ubica el gusto por “la vida nocturna específicamente gay o lesbiana, aunque en eso las chicas están en desventaja, porque hay mucho más para varones”. En quinto, la asistencia a espectáculos y la oportunidad de hacer compras están empatadas.

Si una diferencia podría trazarse entre turistas gays y lesbianas, en experiencia de De Luca, radica en “las motivaciones” que unos y otras tienen para gastar su dinero. En el 30 por ciento que decide recorrer el interior del país, predominan las lesbianas. “Las chicas decían que, por un lado, hay como otra conciencia ecológica, y, por otro, que las ganas de vivir nuevas experiencias alternan con las ganas de consumir. Como que pueden hacer las dos cosas. Lo mismo pasa con la vida nocturna: ellas salen tanto como los chicos, pero no hay tanta oferta en Buenos Aires para ellas. Los varones tienen cinco, seis veces más oferta.” En cualquier caso, tanto gays como lesbianas registran estadías más prolongadas que el turismo heterosexual (entre 10 y 12 días en el primer caso, entre 6 y 8 en el segundo). Y definitivamente “el gay no compra gay, una persona LGBT no quiere ghetto, sino integración y respeto”.

Memorias del futuro
Como sucede de tanto en tanto con el mercado de las solteras y los solteros, el sentido común aplicado al marketing puede enredarse en estereotipos que, a la corta más que a la larga, le impidan ver más allá de las páginas satinadas o los segundos preciosos de la tele. El lugar común homologa a las parejas de gays y lesbianas con pequeñas sociedades ricachonas y hedonistas, capaces de ver como un despropósito el tener descendencia. Por eso mismo, gozarían de buenos ingresos y disfrutarían derrochándolos en distintas formas de la autoindulgencia. Y, sin embargo, esa categoría más conocida como dink (double income no kids: doble ingreso, sin niños) lentamente va perdiendo primacía.

“En unos años esa idea va a desaparecer del todo. Hoy, por ejemplo, en Gran Bretaña una de cada cinco parejas de chicas tiene hijos. Es el 20 por ciento. Menciono el caso inglés porque acá no lo tenemos medido todavía, pero el dato es reciente, de 2009. Quiere decir que si una de cada cinco parejas tiene hijos, la categoría dink se achicó y ahora, en vez de casi el 100, abarca el 80 por ciento del mercado. Si la tendencia se sostiene, algo muy posible con el matrimonio igualitario y la posibilidad de la adopción plena, en el futuro el segmento dink podría ir reduciéndose hasta ser el 40, el 20 por ciento. Por eso el enfoque de dink no corre tanto. Sí creo que las compañías tienen que seguir enfocando en minorías como gays, lesbianas o trans, pero no pensando en que gastan más, sino hablándoles correctamente.”

Sin ir más lejos, de eso y aledaños se habló durante tres días (el primero de ellos, en una coincidencia casi mágica, precisamente el mismo en que la presidenta Cristina Fernández promulgó la ley) en la 3ª Conferencia Internacional de Marketing y Turismo LGBT, organizada por la Ccglar y acompañada por más empresas que los años anteriores. De la inauguración participaron el ministro de Turismo Meyer y el ministro porteño Hernán Lombardi; las jornadas fueron animadas por 26 conferenciantes, de Argentina y otros 7 países, y presenciadas por representantes de nueve medios LGBT internacionales.

Días antes de la sanción de la ley de matrimonio igualitario, el dirigente del PSOE Pedro Zerolo recordaba, en diálogo con esta cronista, lo que había sucedido en la última Marcha del Orgullo: un millón de personas celebraron por las calles de Madrid. Se trataba de un clarísimo correlato de lo que había significado para España, pero también para la sociedad europea, el impacto del matrimonio entendido como derecho y posibilidad para todas las personas, explicaba. “Y trae beneficios económicos.” Tal vez por ello, y con el recuerdo fresco de cómo había crecido la cantidad de asistentes el año pasado, la expectativa ante lo que pueda suceder en noviembre, durante la primera Marcha del Orgullo realizada bajo la nueva ley de matrimonio, está en alza.

Soledad Vallejos

“Habrá un aprovechamiento comercial”

“En la oferta turística de Buenos Aires hacia el mundo ya aparecía ese nicho específico de mercado LGBT, era muy notorio en San Telmo. Pero ahora, con esta legitimación que da la ley de matrimonio, se lo empieza a aprovechar comercialmente todavía más”, observa ante las primeras evidencias la socióloga Ana Wortman. Investigadora del Instituto Gino Germani y titular, en la UBA, de la cátedra Individuo y sociedad de consumo, Wortman propone lecturas de series históricas para dar cuenta de alianzas no siempre tan evidentes entre identidades políticas, mercado e integración.

–Hay que recordar lo que pasó y pasa con el tema de los derechos de las mujeres: también de eso se apropió la publicidad. En muchas de las actuales publicidades destinadas a las mujeres aparece el discurso sobre la mujer moderna, que es madre y trabajadora. Por su propia lógica, la publicidad vacía del contenido de lucha política que estaba en el origen de esos valores, toma el significante pero no su contenido. Esto ya había aparecido como fenómeno con el tema de la juventud, también: en los ’50 y ’60, apareció como un movimiento contracultural, y después del Mayo Francés, ya en los ’70, en el marco de la crisis del capitalismo y la reformulación del sistema capitalista, el discurso publicitario se apropió de las consignas juveniles. “La imaginación al poder”, “jóvenes,vayan para adelante”, todas esas son consignas que fueron tomadas por la publicidad y la sociedad del consumo. Y hoy mismo, cuando uno ve las publicidades destinadas a los jóvenes, que son el mercado más consumista, se encuentra con que le resuenan frases que tenían carga política y, con el tiempo y los usos, fueron vaciadas del contenido de lucha que teníancuando se fundaron. Es una lógica de mercantilización de la cultura, sin que eso signifique necesariamente algo negativo.

–Cuando el mercado reconoce que en la sociedad existe un determinado sujeto político, su manera de legitimarlo y asumir que tiene identidad es darle un nicho propio.

–Sí, y al pasar eso, ese sujeto político se despolitiza, se vacía del conflicto que le dio lugar a su existencia. Diría que se banaliza, pero no quisiera darle un tono moral a esa expresión.

–¿Pero sí podría pensarse que es la manera que tiene el mercado de reconocer que esas personas existen?

–Sí, es como el mercado reconoce la diferencia. Entonces, cuando empiecen las publicidades destinadas al mercado LGBT seguramente van a saltar los católicos hiperconservadores a decir su discurso anticonsumo, moralista, a alegar que el bien o la felicidad de las personas reside exclusivamente en los valores, la familia, lo inmaterial, el matrimonio entendido como algo sagrado. Pero no puede perderse de vista otra perspectiva. Para Marx, el capitalismo supuso una transformación, así que tal vez no esté mal la comercialización de esas nuevas identidades. En una de ésas, también es una manera de lucha, de enfrentar ese discurso conservador, reaccionario. No todo lo que propone el capitalismo es malo; tiene que ver con la modernidad y la libertad. No olvidemos que fue el cambio posible para salir de la Edad Media: el capitalismo en ese momento vino a liberar las conciencias. El tema es cuando por libertad se entiende sólo la libertad de compra, se extiende y genera desigualdad.

–Más allá del mercado que se vaya constituyendo en los hechos, ¿cree posible que la publicidad argentina tome estas transformaciones en el corto plazo?

–En realidad, en Argentina llama la atención la distancia cultural que tienen las publicidades con respecto a los cambios sociales. Tal vez la gente no le preste tanta atención como creemos, porque si no cómo se entiende que sigamos con esas publicidades en las que se ven familias Ingalls, donde el jabón en polvo y otros productos de limpieza se asocian exclusivamente con las mujeres, y después, cuando aparece una mesa familiar, están mamá, papá y los nenes chiquitos. Llama la atención porque Argentina, como otros países, tiene una alta tasa de divorcios, hay muchas mujeres jefas de hogar... Sólo en 2001 hubo un pequeño corrimiento de ese eje, pero enseguida regresaron esas imágenes de mujeres que no trabajan y viven en departamentos gigantes, por ejemplo. Es raro ese discurso: en él no aparece nada que refiera a estos cambios culturales o los debates políticos. Pero en cuanto el mercado termine de confirmar que sí hay un nicho y consumos, la publicidad posiblemente cambie. Los argentinos son bastante vivos para esas cosas. Ya nadie se va a acordar de los prejuicios, de lo sagrado del matrimonio y todas esas cosas. Se va a pensar, simplemente, “a ver cómo podemos zafar, aprovechemos”.


El perfil del consumo gay

En la Conferencia Internacional de Marketing y Turismo LGBT se presentó una encuesta realizada en América latina entre gays y lesbianas, potenciales turistas. Cuando se habla de edad, el 40 por ciento tiene entre 25 y 34 años; el 20 por ciento tiene entre 35 y 44 años; el 29,75 por ciento tiene entre 18 y 24 años y el 7 por ciento tiene entre 45 y 54 años.

De los encuestados, el 73 por ciento vive en ciudades con más de un millón de habitantes, el 16,5 por ciento en ciudades con más de cien mil habitantes; el 5 por ciento en grandes ciudades y el resto, en pueblos pequeños.

En lo que refiere a la vida laboral, el 28,5 por ciento son profesionales; el 20,5 por ciento son estudiantes; el 11 por ciento trabaja en administración y el 3 por ciento se encuentra sin empleo.

En cuanto a la vida en pareja, el 52 por ciento de la población LGBT está en pareja y comprometida de alguna manera. La relación lleva entre 3 y 25 años en el 32 por ciento de los casos; en el 13 por ciento, tiene un año o más. El 45 por ciento no está en pareja.

Respecto de indicios de discriminación registrados en los últimos 12 meses, por el solo hecho de pertenecer a la comunidad LGBT, el 52 por ciento fue víctima de acoso verbal; el 13 por ciento padeció algún tipo de acoso por parte de los vecinos; el 11 por ciento sufrió algún tipo de denegación de bienes o servicios y el 3 por ciento padeció violencia física.

Acerca de las compras, entre dos productos de idénticas calidades, al enterarse de que la empresa detrás de uno de ellos capacita a su staff para atender mejor a gays y lesbianas, el 30 por ciento definitivamente inclina su compra a favor de esa empresa y el 25 por ciento posiblemente lo haga.


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sábado, 31 de julio de 2010

Ante la ley


El no reconocimiento de la identidad de género es causal de toda clase de violaciones a los derechos humanos de las personas que viven una identidad distinta de la asignada al nacer o al ser inscriptas como ciudadanas en partidas o documentos: expulsión del sistema educativo y de la atención a la salud, falta de oportunidades laborales o de acceso a la vivienda social, entre otras violencias como la estigmatización o la represión policial basada en edictos y códigos. A lo largo del debate sobre la ley de matrimonio fueron muchas las voces que enunciaron la necesidad de una ley de identidad de género como paso siguiente. Ese futuro ya llegó.

Habían pasado apenas unas horas desde que el Senado argentino aprobara la ley de matrimonio igualitario cuando Jorge Rial puso al aire una entrevista con Florencia de la V. A ella, justamente a ella, este conductor había mandado preguntarle si estaba pensando en casarse. La respuesta de Florencia de la V tuvo dos partes. Primero dijo que sí, que estaba pensando en casarse. Luego dijo que no, y no porque hubiera cambiado de idea, sino porque para casarse quería contar, antes, con el reconocimiento legal de su identidad femenina. Rial no soportó el revés, ni la tentación de devolverlo con creces. Al presentar la entrevista ya grabada decidió “explicar” a su audiencia la respuesta que estaba a punto de escuchar al aire. ¿Qué mejor “explicación” que repetir varias veces el nombre legal masculino de quien es públicamente conocida como Florencia de la V?

Es cierto: lo único que vuelve especial este intercambio es que tuvo lugar en la televisión, vista y oída por un número impreciso pero grande de personas (¿Unas millones? ¿Unas miles? ¿Unas cientas? ¿Unas cuantas?). También es cierto que es precisamente ese carácter televisivo el que la archiva, la atesora y, al mismo tiempo, la produce y la mantiene disponible como evidencia. Y ahí estará, ahora y para siempre, como una muestra –como una muestra más– de lo que significaba ser trans* en Argentina allá por el 15 de julio del 2010.

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La Argentina no ha tenido, ni tiene, una ley de identidad de género. Tiene distintas ordenanzas que garantizan su reconocimiento en escuelas, hospitales y otras instituciones públicas –desde la semana pasada, por ejemplo, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (ver entrevista pág. 8). También cuenta con diversos fallos judiciales (incluyendo uno de la Corte Suprema) y compromisos internacionales asumidos por este y otros gobiernos. Hay doctrina jurídica para todos los gustos (incluyendo, por supuesto, el mal gusto). Hay un proyecto de ley que ya fue introducido en Diputados (elaborado por Silvia Ausburguer y avalado por la Falgtb), y hay más proyectos en camino. Hay, sobre todo, una diversidad irreductible, expectante y decidida, una diversidad que cabe en la lista de “travestis, transexuales y transgéneros” y que también la desborda. En este lugar nombraré a esa diversidad como trans* –siendo el asterisco la marca escritural de su incontenible apertura–.

Es precisamente esa diversidad trans* la que en este momento se encuentra ante la ley –ante la posibilidad real y concreta de esa ley, de su discusión, su elaboración, su negociación, su aprobación o su desaprobación–. Durante años y años la hemos estudiado, debatido, anhelado, rechazado, necesitado hasta la desesperación, luchado. La política de la diversidad sexual ha instituido este tiempo como el tiempo de esa ley.

Este puede ser también, por fin, nuestro tiempo.

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Cada vez que se habla de una ley de identidad de género la cuestión que surge de inmediato, como demanda primera, es la cuestión del reconocimiento. Pero, ¿se trata de un reconocimiento, o de varios? Empecemos a contar. Uno, hablamos del reconocimiento de la identidad de género personal (toda vez que ésta no coincida con el sexo asignado en el momento del nacimiento). Dos, hablamos también del reconocimiento del derecho a encarnar, a producir, expresivamente, esa identidad de género (a través de medios tales como la vestimenta y el calzado, el corte de pelo y los ademanes, las hormonas, las cirugías y las prótesis...). Tres, hablamos además del reconocimiento de la identidad de género como causal de violaciones a los derechos humanos (discriminación, exclusión, hostigamiento, persecución, confinamiento, tortura, muerte). Cuatro, hablamos, y muy seriamente, del reconocimiento de la deuda histórica del Estado argentino con todas aquellas personas que hemos sufrido y sufrimos violaciones a nuestros derechos humanos sobre la base de nuestra identidad de género, así como del reconocimiento de su deber de cancelar esa deuda a través de acciones concretas (aquellas que no sólo deroguen toda legislación que nos discrimine, patologice y/o criminalice, sino también aquellas que nos aseguren el pleno acceso a derechos tales como la educación, la salud, el trabajo, la vivienda y la Justicia). Y hay más.

Consideremos el primer reconocimiento de todos: la identidad de género de todas aquellas personas que nos identificamos de un modo distinto al que se nos asignó al nacer. El Estado argentino reconoce sólo dos sexos, varón y mujer –y hasta ahora sólo ha concedido cambiar de un sexo al otro–. ¿Alcanza? A muchas personas trans* sí, y ese reconocimiento sería la piedra angular de sus derechos. A muchas personas trans* no y ese reconocimiento sería impreso más en su opresión. ¿Mantendremos el binario de la diferencia sexual en nuestra demanda de reconocimiento? Esa medida sin duda beneficiaría a quienes se identifican en el sexo opuesto al que les fuera asignado, pero ¿esa es la única salida posible? Tal vez ésta sea la oportunidad de expandir el repertorio estatal de identidades (para incluir, por ejemplo, travestis, trans, intersex, etcétera). O, quien sabe, quizá sea el momento de acabar con el dispositivo estatal de control en el que consisten las identidades sexogenéricas legalmente reconocidas. Y de preguntarnos ¿De qué modo (si ese modo existe) podemos evitar que el reconocimiento estatal que sepamos conseguir (de dos, cinco o diez identidades) no perpetúeel mismo régimen de asignación forzada en el que vivimos? La multiplicación de los géneros legales ¿hará estallar la diferencia sexual legalizada, su naturalidad y sus privilegios? ¿O sólo multiplicará al infinito sus clasificaciones, reglas y jerarquías? ¿Podremos transformar esta aspiración normativa, este deseo de ley, en un trabajo emancipador?

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No nos olvidemos: estamos lidiando con un Estado. Peor aún, con la vetusta pasión borbónica del Estado argentino por la regulación. Las condiciones para el reconocimiento de la identidad de género que han impuesto nuestras Cortes son una excelente muestra de esa pasión desorbitada: evaluaciones médicas, psicológicas, psiquiátricas y ambientales; diagnóstico diferencial; tratamientos hormonales; cirugías; esterilidad; dictámenes de comités de bioética; testigos; comparecencia ante el tribunal a fin de proceder a la verificación de la biografía y comprobar que quien demanda ese reconocimiento pasa como un hombre o una mujer heterosexual.

Esta es la ocasión perfecta para desmantelar esta cadena jurídico-normativa de producción, esta cadena perversa que nos produce como desiguales en el momento mismo de declarar nuestra igualdad ante la ley, este sello de inferioridad humana que se nos impone como precio al reconocimiento. Esta es la oportunidad de recordar que nuestros derechos no empiezan ni terminan en la identidad de género. Tenemos derecho al matrimonio y a la materpaternidad. Tenemos derechos sexuales y derechos reproductivos. Tenemos derecho a ser quienes somos sin someternos al juicio de quienes se arrogan el saber y el poder sobre el cuerpo, el género y la sexualidad de alguien más.

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La teoría, la política y el sentido común suelen colocar a las personas trans* dentro del conjunto diverso de las minorías sexuales. Lo cierto es que cuando se trata del derecho a intervenciones sobre el cuerpo sexuado no somos, en lo absoluto, una minoría. En la Argentina somos, más bien, como todo el mundo: dependemos de permisos extraordinarios que muy rara vez son concedidos. Aunque se trate de carne de nuestra carne, ese cuerpo sexuado no nos pertenece -le pertenece a la medicina, la bioética, las disciplinas psi, al derecho, a la especie (sí, hay quienes lo dicen), a las Iglesias y, en última instancia, al Estado–. Bien lo sabemos: sin autorización judicial no es posible acceder en nuestro país a procedimientos hormonales y quirúrgicos de modificación corporal (lo que es decir, es posible acceder a esa cirugías pagándolas por nuestra cuenta aquí o en otra parte). Las consecuencias están a la vista, y no solo en nuestros cuerpos. La propia formación de especialistas se ha resentido por la persistencia absurda de la prohibición, y el mercado negro de siliconas, hormonas y cirugías se cobra sus víctimas lejos, muy lejos, del interés del Estado.

La intersección entre medicina y derecho ha producido una de las mayores aberraciones contra las que tenemos que enfrentar en este debate: la patologización trans* como condición de posibilidad para acceder a derechos. Hasta nuestros días, sólo quienes podamos acreditar fehacientemente un diagnóstico de transexualismo verdadero o trastorno de la identidad de género podemos aspirar al permiso necesario para modificar quirúrgicamente nuestro cuerpo sexuado y al reconocimiento legal de nuestra identidad de género. Sin embargo, la patologización de nuestras vidas no es solamente un requisito –es también una matriz–. Crea, diferencia y administra experiencias, normales y anormales, sanas y enfermas, del cuerpo y de la identidad, de la expresión de género y la sexualidad. La patologización trans* es uno de los modos privilegiados en los que funciona la matriz heterosexual, reproduciendo subjetividades masculinas y femeninas estereotipadas y estigmatizando a todas las demás. Incluso quienes advierten que la patologización es necesaria para acceder a la cobertura pública de las intervenciones- deberían considerar si no ha llegado el momento de cuestionar la naturalidad con la que se impone este argumento. Es cierto que la lógica del diagnóstico ha hecho posible, para muchas personas, el acceso a cirugías y hormonas; para muchas, muchas otras, lo ha hecho imposible (o bien porque rehusamos someternos a esa lógica, bien porque nuestra expresión de género, nuestra sexualidad o, en general, nuestra biografía no se ajustan a criterios diagnósticos). Y ése es el momento de decidir si hemos de ignorar, avalar o subvertir este estado de cosas.

El proceso histórico que vivimos puede ser –y ojalá lo sea– una oportunidad imperdible para examinar a conciencia el modo en el que se construye públicamente el sujeto trans* de derechos y, quién sabe, para poner en crisis los límites férreos de esa construcción. A lo largo de los últimos años, y con mayor insistencia que nunca tras la aprobación de la ley de matrimonio, se ha insistido en la importancia del reconocimiento de la identidad de género para transformar la situación de vulnerabilidad extrema en la que se encuentra la comunidad travesti en la Argentina. Esa situación es innegable e insostenible, pero también lo son las situaciones por las que atravesamos muchas personas trans* que no somos travestis –y aun debemos construir un vínculo real entre el reconocimiento legal de la identidad de género y la transformación de nuestras conexiones materiales de existencia–. No sólo eso: así como es cierto que la propia discusión pública sobre la ley de identidad de género ya está contribuyendo a visibilizar esa situación extrema de vulnerabilidad, es cierto también que en la producción de esa visibilidad otros colectivos trans* somos borrados del mapa –en particular, los hombres trans–.

Luchar en pos de la aprobación de esta ley puede ser, además, una ocasión para examinar críticamente el recurso habitual a la victimización como estrategia política, y las consecuencias profundas de ese recurso –entre las que sobresale la lógica de la representación–. Son muy raras las oportunidades que tenemos de hablar con nuestra propia voz, y mucho más raras aquellas en las que podemos decidir nuestras propias agendas y nuestras propias alianzas. Y eso sí que no es raro, dado que hasta ahora siempre nos ha tocado jugar el rol clave de las víctimas. El victimismo militante comporta otro riesgo al que atender: el riesgo de tener que conformarnos con derechos de mínima, ofrecidos a quienes ya no tienen nada que perder y para quienes cualquier oferta representa algo que ganar. Tal vez éste sea el momento adecuado para ampliar nuestras estrategias, incorporando al registro del sufrimiento aquel otro registro, el de la resistencia, y a la cuenta del genocidio aquella otra, la del número de quienes, todos los días y como sea, sobrevivimos. Y respondemos.

Creamos, administramos y dirigimos cooperativas de trabajo. Impulsamos y protagonizamos cambios en la OEA y en Naciones Unidas. Coordinamos redes nacionales, regionales e internacionales. Ideamos e hicimos realidad normativas que nos franquean la entrada a instituciones públicas bajo nuestros propios nombres. Editamos El Teje, primer periódico travesti latinoamericano. Hemos educado sin pausa a quienes nos quieren y a quienes nos odian. Le hemos puesto el cuerpo y el alma a la lucha contra los Códigos Contravencionales y de Faltas. Los padecemos. Los enfrentamos. Hemos transformado para siempre al feminismo y al movimiento de derechos humanos. Logramos que la Corte Suprema validara nuestra personería jurídica, y que al cabo de demasiados años nuestra identidad de género fuera reconocida. Formamos a los mismos médicos que iban a atendernos y a los mismos abogados que iban a representarnos. Disputamos incansablemente el control del dinero destinado a nuestras comunidades. Redactamos informes, escribimos artículos, editamos La gesta del nombre propio y Cumbia copeteo y lágrimas, contribuimos a la redacción de los Principios de Yogyakarta (ver recuadro). Acompañamos a gays y lesbianas en todas sus luchas. Logramos que medios, políticos y financiadoras confiaran en nuestras capacidades. Participamos de eventos en distintos lugares del mundo, y hace dos meses apenas nuestra voz se oyó fuerte y clara en el Congreso Internacional sobre Identidad de Género y Derechos Humanos. Y hay que decirlo: quienes hacemos activismo trans* en nuestro país no somos, ni de lejos, una comunidad. Pero hoy, ante esta ley, podemos ser un movimiento.

Mauro ï Cabral
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Historia americana


Giuseppe Campuzano es filósofo, travesti, activista y autor de uno de los libros más importantes de la historiografía, el arte y la literatura peruana de los últimos años, Museo travesti del Perú (2008). Soy conversó con él en su casa de Lima.

El libro Museo travesti del Perú (2008) es un libro cuadrado de tapas rosas y páginas a lo largo de las cuales se suceden ilustraciones, textos, recortes de periódicos, viejas ordenanzas virreinales, retratos, crónicas y cronologías.

Una cuádruple página estadística puntúa, hacia el final del libro, las varias condenas de la historia al travestismo, entre 1776 y 2005. El 8 de abril de 1776, Don Agustín de la Encarnación “fue arrestado por los serenos; transferido al Tribunal de la Inquisición de Lima, donde su matrimonio con doña Isabel Fernández de Torres fue anulado”. El 31 de diciembre de 2005, Tatiana fue “desvalijada y golpeada por el Serenazgo de Lima en la cuadra 13 de la avenida Arequipa”.

Pero antes, mucho antes, el veredicto ya había sido formulado. Por ejemplo, en las “Ordenanzas para el Repartimiento de Jayanca, Saña”, firmadas por la Audiencia de Lima en 1566, donde se prescribe que “si algun yndio condujere en abito de yndia o yndia en abito de yndio los dichos alcaldes los prendan y por la primera vez les den çient açotes y los tresquilen publicamente y por la segunda sean atados seis oras a un palo en el tianguez a vista de todos y por la terçera vez con la ynformaçion preso lo remitan al corregidor del ualle o a los alcaldes hordinarios de la Villa de Santiago de Miraflores par que hagan justiçia dellos conforme a derecho” (sic).

No estaba, todavía, establecida la ortografía y apenas si existían las ciudades en América (“descubierta” poco más de sesenta años antes), pero la intolerancia “hacia el continuum del género indígena” y la necesidad de segmentarlo de acuerdo con las tradiciones testamentarias ya era una obsesión del conquistador.

Museo travesti del Perú no es sólo un museo (imposible, como ha señalado Mario Bellatin) del travestismo peruano sino principalmente, y sobre todo, un Museo de Perú entendido como una entidad travesti, desde antes de la Conquista y después de ella.

En “Toda peruanidad es un travestismo”, el prólogo del Museo, Giuseppe Campuzano lo dice con todas las letras: “El Museo travesti del Perú nace de la necesidad de una historia propia –una historia del Perú inédita–, ensayando una arqueología de los maquillajes y una filosofía de los cuerpos, para proponer una elaboración de metáforas más productiva que cualquier catalogación excluyente. Se trata de un ‘museo falso’ (como el apelativo de ‘falsa mujer’ con que este lenguaje maniqueo nos adjetiva). Museo embozado, cuyas máscaras –la artesanía, la fotocopia, la gigantografía, el banner, esos sistemas de producción en masa– no ocultan sino, al contrario, muestran. No camuflan sino travisten”.

El autor

Giuseppe Campuzano es “travesti hasta el nombre”, como él mismo reconoce con una sonrisa: su DNI (que en el Museo él traviste como De Natura Incertus) dice que su nombre es Frank Giuseppe Campuzano Espinoza, y que nació el 14 de septiembre de 1969, pero él sabe que su cuerpo es en realidad una forma de vida atravesado por llamamientos que vienen de tiempos inmemoriales. También de eso da cuenta el Museo: de una “exploración de la propia experiencia del autor”.

Giuseppe tiene ocho hermanos, de los cuales tres viven o vivieron en Lima. Alguna vez pensó que le convenía vivir en los Estados Unidos y se mudó a Virginia. Pero sólo aguantó seis meses y volvió corriendo a su tierra, “aunque mis mejores amigos se han muerto o se han ido afuera”.

En 2003 comenzó la investigación para este libro que es mucho más que un libro. La importancia de Severo Sarduy, reconoce Giuseppe, fue decisiva: “En De dónde son los cantantes está la génesis de este libro, porque allí plantea que las travestis son de Cuba”. En mayo de 2004 hizo la primera muestra de los materiales que iba recopilando: “Al principio fue una cosa muy personal, muy mía. Quería poner un poco en cuestión esta estética que venía de Hollywood, darle un poco la vuelta a la historia del Perú y los cientos de casos de travestismo ritual registrados)”. A lo largo de la investigación, “fui haciendo diferentes exhibiciones en galerías, en la calle, también conferencias e intervenciones más políticas. Por ejemplo, estaban esos carteles sobre ‘la mujer peruana’ con retratos de mujeres sanisidrenses (el distrito financiero de Lima). Yo fui y pegué sobre esos retratos recortes de periódicos ampliados con historias de travestis (asesinatos, arrestos y persecuciones)”.

De eso se trata, de darle la vuelta, al mismo tiempo, al travestismo como práctica y a la Historia del Perú como discurso. De reivindicar el travestismo ritual y las sucesivas castas de hombres-mujeres y sus funciones bien delimitadas en las tribus y ciudades americanas. “Un personaje tendido”, explica Giuseppe a partir de una pieza de alfarería, “luce trenzas, de género femenino, como también taparrabo y rodillera, éstos masculinos. Dicha combinación de características, en el contexto de la iconografía moche, da pie a la tesis de que se trata de un berdache (persona que desempeña un género otro, distinto del femenino o el masculino)”. El berdache, que combinaba atributos masculinos y femeninos, establecía un nexo simbólico con lo mágico. Los cronistas atestiguaron esas prácticas y transformaron a los berdaches y a los chamanes en travestis. Pero, en todo caso, lo que queda, dice Giuseppe, es que “el travestismo es un ritual y tiene una fuerte relación con lo sagrado”. Y precisa: “Fíjate que el 90 por ciento de las travestis son devotas, en una mezcla muy mestiza de catolicismo y chamanismo. Las travestis peruanas tienen incluso su propia santa, Sarita Colonia (aunque la Iglesia no la reconoce como tal)”.

“Mi objetivo”, dice Giuseppe, “fue recuperar todos los sentidos del travestismo: los condenados, pero también los que se les arrebataron”.

El campo y la ciudad

Estamos acostumbrados a considerar el travestismo en contextos urbanos, ligados a una cierta mitología del glamour y del “montaje”. Pero no es la única posibilidad ni aparición (la historia lo revela) del travestismo. Giuseppe insiste: “Incluso los activistas hablan de las travestis de la ciudad y se refieren a una realidad que combina de diferente modo transformismo, prostitución, estilismo y peluquería. Pero existe en los pueblos otra versión del travestismo: hombres casados que hacen de travesti en las fiestas. A diferencia de lo que sucede en las grandes ciudades, en los pueblos las travestis están muy integrados a la sociedad. Ni siquiera podría sostenerse una relación unívoca entre travestismo y homosexualidad”.

Como “somos países muy machistas y militarizados”, dice Giuseppe, “mi premisa fue trabajar ‘conchudamente libre’, mezclando teoría queer con historia del Perú y con las historias de vida de mis amigas travesti”: un enfoque multidisciplinario que revelará todas las aristas del “cuerpo como político” (un pastiche de razas, géneros, situaciones y usos) que permita nada menos que “fundar una nueva nación para un nuevo cuerpo”.

Ameriqueer

“Los políticos que se oponen a la homosexualidad niegan el travestismo en términos históricos, como si no hubiera habido nada antes, pero la historia del travestismo en América es muy rica”, dice Giuseppe, resumiendo lo que se ve y se lee en su Museo. “El travestismo ritual suponía una conexión con la otra cultura, con otra dimensión. Permitía unir dos mundos. Todo eso es muy conocido por la historiografía, pero los textos más queer (no tanto por su perspectiva sino porque ponen en evidencia lo queer de América) no se citan. Incluso hay una distorsión de la historia: Manco Capac, por ejemplo, es una figura fundamental de la política guerrera, pero él no era militar sino un chamán, y que como tal venía de una dinastía de hombres-mujeres.”

Otro caso es el de los huacos, cuyas figuras son presentadas sistemáticamente como “heterosexuales”. De los que no puede sostenerse semejante mistificación, aparecen como “figuras morales”. “Pero los huacos”, dice Giuseppe, “presentan escenas en presente continuo, de modo que son objeto de todas las apropiaciones”.

El museo

¿Por qué no un libro, una historia, un ensayo? La respuesta la da Mario Bellatin, en uno de los textos incluidos en el Museo: “Que alguien se atreva a hacer no un libro sino a crear su propio museo es una misión tan fuera de toda lógica que hace posible que allí se establezca una suerte de hecho sobrenatural. O la aparición del arte, que es algo similar. No hay ninguna condición real para que este museo exista. Para que se decida su creación, su carácter portátil, su forma en libro. Ese es el verdadero milagro. Tangible. Concreto. De bolsillo. Donde se puede concentrar el universo entero a partir de unas cuantas imágenes y de ciertos fragmentos, restos, que siempre estuvieron presentes, pero que nadie pudo detenerse –hacía falta el milagro para que esto sucediera– y contemplarlo en toda la fascinación que su oscuridad luminosa produce. Se trata de un Museo –es que es imposible, insisto, que exista este Museo– donde el horror se instala en la mirada del otro y no en el de sus protagonistas. Es de tal magnitud el espanto que no podemos dejar de sorprendernos a cada momento con una mueca de sonrisa congelada en nuestros rostros. Las imágenes y los textos van evolucionando en su propio pánico hasta convertirnos tal vez en alguno de aquellos hombres que trabajan con la carne muerta que se procesa en esa extraña isla situada, dentro de mis sueños al menos, frente a las costas del sur. Las auras que quedan al final del recorrido saben que lo único que se puede poseer es lo que está llamado a no existir”.

¿No es, en definitiva, el deseo de apropiarse de lo inapropiable? ¿No es como reformular las condiciones de posibilidad mismas de lo viviente, reinventando las genealogías, las líneas de fuga y, sobre todo, disolviendo las identidades? Giuseppe lo reconoce así: “De algún modo, me gusta pensar en mi Museo travesti como un proyecto postidentitario. Dejemos de estar inventado identidades que tienen que ver con el mercado. Si la travesti tuviera una función, debería ser eso: desbaratar, de-sorientar, tirar los clichés y los lugares comunes sobre la sexualidad y el género”.

El futuro

El financiamiento para el libro vino de varias ONG, en particular el Institute of Development Studies. “La repercusión fue muy buena y a partir de la publicación comencé a viajar, llevando el proyecto a diferentes lugares. Ahora tengo un proyecto de un grupo, “Conceptualismo del Sur”, en el marco de los bicentenarios latinoamericanos. Participan varios colectivos, como por ejemplo “Todos somos negros”. Vamos a presentarnos ahora en Bogotá y luego en Madrid. Estoy preparando una pieza para una muestra en Praga, va a ser un “gabinete de curiosidades”, al estilo de los que los exploradores llevaban a los reyes.

El Museo travesti del Perú es una obra en marcha y es, al mismo tiempo, una pieza conceptual, una obra de saber y una intervención política. “Vestir al travesti de museo es darle armas para luchar”, dice Giuseppe. “La ‘vedette’ como ‘soldat’.”

Daniel Link
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