lunes, 8 de mayo de 2006

Carta abierta de un padre judio a su hijo


Hijo mío:
Te extrañé en el Seder de Pesaj. Esperaba que llegaras y, a pesar de haber sido muy hermoso, como siempre, extrañé tu presencia.
La verdad es que desde hace meses me había llamado la atención que fueras espaciando tus visitas, y que las últimas fueran tan breves que apenas podíamos conversar.
Pero fue esta vez cuando mi extrañeza llegó a su límite y presioné a tu madre para que me explicara lo que yo no estaba sabiendo.
Después de mucha presión, tu madre me dijo que te habías ido a vivir con otro hombre, y que ese individuo era tu “compañero”. Al principio no entendí eso. Me recordé que, estando en la Universidad, para ahorrar dinero arrendábamos con otros amigos un espacio para estudiar y vivir. Pero tu madre, después de mucha insistencia mía, me dijo que tú eras homosexual y que ese compañero era tu “amigo íntimo”.
Por cierto me entristecí, lloré a solas, me enojé, y, después de algunos días, me calmé.
Tu hermana, que, para mi sorpresa, ya estaba enterada me explicó que estabas triste por temor a mí, que nunca te habías atrevido a hablarlo conmigo, y que tu independencia la habías buscado para vivir libremente tu vida.
Me negué a aceptar todo lo que tu madre y tu hermana me decían. Las increpé con la misma energía que tú ya conoces, les dije que se equivocaban, que lo que decían lo habían escuchado mal, etc.
En la calma de los días, volviendo una y otra vez al tema, he terminado por comprender que tuviste miedo de mi reacción. Y te encuentro la razón.
Según me comentó tu madre, estabas enamorado de ese hombre, que con él hacía bastante tiempo que mantenías una relación estable (o algo así, debo confesarte que me cuesta imaginármelo), y que, además, ese amigo tuyo también era judío.
Dentro de tanta convulsión anímica, eso, curiosamente, me causó gracia. Esto porque siempre creí que en la Colectividad no podía haber homosexuales, o “gay” como ustedes se hacen llamar, según me indicó tu hermana.
A veces se hablaba de alguien. De algún joven del Estadio. Se comentaba, recuerdo, de una mujer que se fue a vivir con otra, de un rabino, y de otras personas. Pero esos comentarios siempre fueron a la rápida, sin importancia. Claro está que siempre fui parte de esos comentarios burlescos y que menoscababan sus nombres. Pero eran pocos casos. En todos mis años como dirigente comunitario a veces se decía algo así de alguien, pero se pasaba a otro tema. O sea, no era un tema.
Hace pocos meses atrás, alguien llegó a la Colectividad con una película hecha en EEUU. Al parecer era un documental sobre los judíos que eran homosexuales y religiosos, esos que se visten de negro… no lo sé. Sólo sé que cuando me pidieron la opinión, sin ver el material, me negué rotundamente a que se exhibiera como actividad comunitaria. Y no di más explicaciones. En honor a la verdad, todos los que estaban conmigo en esa reunión concordaron en mi negativa.
De la pena, la rabia, la ira, pasé a la culpa. ¡Qué fácil es para nosotros, los judíos, caer en esa sensación!
Comencé a buscar indicios del pasado para justificarme en qué yo había fallado. Culpé, una vez más, a tu madre por ser tan permisiva. Me culpé por haberme negado a que hubieses hecho Aliá (¡como si allá las cosas hubiesen sido diferentes!, como me aclaró tu hermana), me culpé por no haber estado más cerca de ti, y por un montón de leseras que se me vinieron a la cabeza y que, ahora, en la calma, considero absurdas.
Pero ahora, al pasar de los días, estoy en la etapa de reflexión. Estoy más calmo, pero igual de preocupado por tu destino. Por eso te escribo esta carta.
Sé que no he sido un padre modelo. He fallado muchas veces como marido y como judío. Sé que me reía cuando empezaste a dejar de comer cerdo y trajiste una vajilla para ti que ubicaste en un lugar especial en la cocina. Sé que en Shabat preferías ir a pie a la Sinagoga mientras tu madre iba en auto y yo me iba a jugar a los naipes. Sé, en definitiva, que tú has estado más cerca de Dios de lo que he estado yo.
Tal vez por eso, tal vez por mis rabietas que han despertado temores en ti y tu madre, me he visto, hoy, alejado de los grandes acontecimientos que les suceden a ti y a tu hermana. Debes creerme, hijo, que me arrepiento de ello. Y quiero repararlo.
Ayer conversé con el rabino de nuestra Comunidad. Él, al igual que otros, está lejano al tema. No me dio consuelo alguno en lo espiritual. Según él, ustedes están “condenados a muerte”. Lo consideré ridículo. No puedo creer que la fe de nuestros antepasados sea tan cerrada, tan obtusa y que no tenga la capacidad de abrirse a lo que pasa entre nuestro Pueblo. Después de todo, le dije, homosexuales y judíos compartieron las mismas Cámaras de Gas…
Tu tío Yankele que tú bien sabes es muy versado en asuntos del Talmud, me aclaró que la homosexualidad jamás había estado prohibida por la Toráh. Que esa prohibición era una interpretación tardía, y que hoy, hasta los propios rabinos ortodoxos están poniendo en duda. Como ves, el tema me ha tenido muy inquieto y he optado por informarme.

Pero hoy, al momento de escribirte estas líneas, quiero trasmitirte algunas reflexiones que me han consolado y que, ojalá, puedas recibir con el corazón abierto:
- Sé que las cosas han sido para ti difíciles. Debes prepararte, porque serán aún peores. Al igual que yo, nuestra Colectividad está llena de prejuicios, temores, miedos a lo novedoso, a lo que nos “cambia el esquema”. Probablemente tengas que vivir rechazos, miradas de soslayo, desconfianzas.
- Los rabinos te rechazarán, porque les falta reflexión, o por cautela. Si sigues yendo a la Sinagoga, no esperes ser llamado a la Toráh. Si tu fe es sólida, como pude percatarme durante años, no necesitarás estos reconocimientos sociales.
- No esperes que a tu amigo se le reconozca su vínculo contigo. Si ese amor es lo suficientemente grande, sabrán, ambos, sortear la discriminación y el aislamiento.
- Sigue luchando por un mundo mejor, como siempre lo hiciste. No esperes que te validen por eso. Si tu compañero es lo suficientemente maduro sabrá apreciar eso en ti, al igual como lo apreciamos tu madre y yo.
- Si alguna vez sientes necesidad económica, no dudes en acudir a mí. Tal vez esa sea la forma en que puedo expresar mi amor por ti. Sé muy bien que no es la mejor manera, pero no conozco otra. No me niegues esa posibilidad de auxiliarte.
- Si quieres asumir un rol militante contra la discriminación en la Colectividad, como me ha señalado tu hermana, entonces cuenta conmigo como tu principal aliado. No temas en llamarme, no temas en dar el primer paso. Sé, para mi dolor, que te darán con las puertas en las narices. Pero no importa. Quienes lo hagan como yo lo he hecho antes, lo hacen por temor a lo desconocido.
- Si quieres irte a vivir a Israel con tu amigo, cuentas con todo mi apoyo. En estos días de desorientación, leí en Internet que en Medinat Israel hay libertad absoluta para ustedes, que pueden casarse, ir al ejército, adoptar hijos. Por primera vez en mi vida me alegré de leer noticias de esa naturaleza.

Quiero decirte que no ha sido fácil escribirte estas líneas. Sabes bien que me cuesta escribir cartas y expresar mis sentimientos. Pero esta nota ha sido producto de la necesidad emocional que me ha embargado. Disculpa mis torpezas en expresarte mis puntos de vista.
Debes entender que, en lo sucesivo y con tu ayuda evolucionaré más en mis reflexiones sobre este tema.
Finalmente quiero decirte algo que, espero, lo recibas con tu alma receptiva: si lo deseas, puedes venir a casa con tu amigo para cenar con nosotros. Antes nos avisas para comprar comida Kosher.
Ambos serán recibidos con los brazos abiertos: Tú como el hijo que siempre has sido. Y él como un nuevo hijo al que, te prometo, aprenderé a querer.

Tu Padre.

La Administración quiere declarar lo siguiente respecto a este mensaje:

- La Carta ha sido hecha llegar a la Administración por la persona receptora.

- La Administración, con autorización del receptor, se ha comunicado telefónicamente con su padre, el autor, para verificar la autenticidad de la nota y recabar su autorización para ser publicada en extracto, habida cuenta que se trata de una nota familiar y privada.

- Tanto el receptor como el autor han autorizado la publicación del extracto en este Foro. (JUDIOSORTODOXOSGAYDECHILE@groups.msn.com)

- La Carta original era más extensa y trataba de asuntos familiares que carecían de relevancia, salvo para las partes interesadas.

- La Administración ha hecho un extracto de esa Carta para ser publicada en este Foro.

- La Administración no comparte varios de los conceptos vertidos en esta Carta, pero, considera de especial relevancia darla a conocer públicamente.

- La Administración dá cuenta, en definitiva, de la autenticidad del material que se le ha hecho llegar.

- La Administración considera de la mayor importancia la publicación de esta carta pues su autor es un prominente dirigente comunitario en Chile.

- La Administración ha confirmado que la misma carta será publicada en otros medios.


www.keshet.com.ar

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