sábado, 24 de abril de 2010

Se chocan los planetas


A pesar de sus avances en inseminación artificial y comunicación sin cable, la ciencia sigue con dificultades para predecir terremotos. Es un hecho. Pero mientras lxs geólogxs pierden su tiempo analizando la incidencia del agua o de los gases en el interior de las fallas, la religión, sea islámica, sea evangelista, o sea lo que Dios quiera, tiene una respuesta capaz de hacer temblar al mundo. De risa, sí. Escuchemos entonces de rodillas, hermanxs.

“Las catástrofes naturales son el resultado de nuestro propio comportamiento”, declaró el ayatola Kazem Sedighi, reconfirmando aquella advertencia de terremoto que hizo célebre al presidente de Teherán quien acusaba a los homosexuales de los movimientos sísmicos. “No tenemos otra opción que conformarnos a las reglas del Islam, se necesita un esfuerzo colectivo para solucionar los problemas provocados por el aumento de la edad del matrimonio y por el número de divorcios”, afirmó Sedighi, avalado por unos temblores aterrorizantes. Mientras tanto, Shlomo Benizri, del ultraortodoxo Partido judío Shas, dijo que los temblores en su tierra habían sido causados porque se dio por “legitimada la sodomía”.

Del otro lado del mapa, el cónsul de Haití en San Pablo, Samuel Antoine George, explicó las razones de la tragedia de ese país: “Creo que hay tanto lío con el vudú... El africano en sí tiene una maldición. Todo lugar donde haya africanos allá está jodido”. En diversos foros, estos dichos fueron festejados por personas que opinan que las organizaciones Glttbi de Haití y de Brasil tienen una relación directa con esta religión que festeja las relaciones entre gente del mismo sexo.

O sea, la religión rarita, la homosexualidad, las leyes que la reconocen y las mujeres mal vestidas estarían resquebrajando nuestros cimientos, y esto, sin metáfora. Suena, objetivamente, muy plausible. La Tierra habría sido hecha para posiciones estándar, como la del misionero, pongámosle, y toda variante estaría ocasionando tensiones en la placa terrestre. Cuántas personas dale que dale se necesitan para mover la Tierra, es el único misterio que quedaría en pie.

Pero siguiendo el razonamiento divino, bien vale la pregunta sobre si la fumata de humo negro de 16 mil kilómetros que ha lanzado el volcán islandés por estos días, no es un mensaje de Dios, tan teatral El siempre, que dice que a la luz de tanto claustro pedofílico, no habemus Papa; que como mucho, habemus papelón.

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