Arte, cultura y sociedad desde una optica un poquito gay... es decir, una mariconada!
lunes, 12 de enero de 2009
Salvación
Lo veo por televisión, escucho lo que dice, leo sus declaraciones en los diarios y en los centenares y centenares de sitios web que las reproducen. Para Ratzinger, l*s transexuales amenazamos la creación divina con nuestra manía de cambiar de sexo. La diferencia sexual –la que distingue naturalmente entre hombres y mujeres– está, para el Papa, tan necesitada de protección como las selvas, sus árboles, sus lianas, sus ríos, sus insectos y sus animales (nosotr*s, l*s transexuales, la amenazamos. No somos la única amenaza, es cierto. También están las mujeres y l*s homosexuales, pero de ell*s y su acción maléfica en el mundo ya se viene advirtiendo desde hace rato). Y debo confesarlo: qué contento, ¡por fin nos toca algo de peligro en esta historia! Tiemblen, beat*s. L*s transexuales venimos marchando.
Ojalá alguien lo escuche. Ojalá alguien, en algún lugar, preste atención a lo que dice Ratzinger. Hay que proteger a l*s human*s, como si fueran un animalito o una plantita de la selva. Hay que proteger la selva, por empezar, con todo lo que hay en ella, incluyendo sus human*s. Ojalá que alguien lo escuche con y contra sí mismo, llamando a proteger este mundo, que se extingue. Ojalá que alguien lo escuche y, por ejemplo, dejen de matarnos. Y ojalá que alguien le diga que no se preocupe, que con nosotr*s, transexuales, la diferencia sexual está más que a salvo: nadie le pone más ganas a eso de ser hombre o mujer todos los días que l*s que nos jugamos el cuerpo entero en la partida.
El, por fin, lo sabe (y ahora, además, lo saben muchxs otr*s, obedientes como nadie). El lo ha dicho. La creación no es la misma desde que existimos, y hasta la naturaleza humana ha cambiado. Ratzinger ha venido a anunciar la buena nueva: aquí estamos, tenebros*s y bellxs, y con nosotr*s la humanidad se transforma o se pierde. Después de todo, y como decía Hölderlin, en el peligro está lo que salva.
¿Qué puedo decir? Debería estar preocupado, hoy mismo, por la visibilidad trans, por criticar al binarismo sexual y por anunciar a grito pelado el fin de los tiempos. Pero la verdad es que, después de mucho, como, cojo, cago y duermo tranquilo. Hay un Papa en Roma.
Mauro Cabral
micabral@fibertel.com.ar
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