domingo, 27 de abril de 2008

Homoafectos bíblicos: Marica gracias a Dios


Una vez que había creado las infinitas estrellas, la tierra con sus montañas, mares, bosques y todo tipo de animales, Dios, según la Biblia, formó su obra principal diciendo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y nuestra semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra y sobre cuantos animales se muevan sobre ella”. (Gen 1,27)

Dios (suponiendo que existe) es un ser misógino y de ello se deriva la misoginia de la jerarquía de la iglesia católica. Es evidente que a la mujer desde el mismo momento de la “creación” le tocó un segundo plano, sobre ella Dios no sopló su aliento, es decir, no dejó una huella especial. Él la hizo a último momento, de la costilla de un hombre y eso por petición de éste: “y Dios hizo a la mujer, primeramente porque “no es bueno que el hombre esté solo”. (Génesis 2:18)

Tener la “imagen” o “semejanza” de Dios significa, en términos simples, que fuimos hechos para parecernos a Dios, dicen muchos teólogos. Yo me pregunto, si soy hecho a semejanza de Dios ¿en dónde radica mi semejanza?

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua dice que semejante es lo “Dicho de una figura: Que es distinta a otra solo por el tamaño y cuyas partes guardan todas respectivamente la misma proporción”.

Etimológicamente hablando soy como un Dios en pequeño, entonces cabe preguntarse, si yo soy marica es porque ¿Dios es marica? Debe ser, sólo que un marica más grande, no yo, sino él; porque se supone que Él es más grande y es a quien me parezco. O sea, que Dios es también mujer, lesbiana, negro, desplazado victima de la guerra…

Tenaz esto ultimo, porque cabe preguntarse ¿si Dios es mujer, por qué es misógino? Se acordó de crear la imagen femenina de sí mismo a último momento. ¿Por qué fue lo último que creó?

Ahora bien, dicen los teólogos que lo que existe con Dios “Es una semejanza mental, moral y social”. Bueno, siendo así ¿cuándo somos intolerantes, excluyentes, sexistas, misóginos, lesbofóbicos, simplemente seguimos el patrón divino?

Los teólogos una vez más nos dan la respuesta: “Parte del haber sido hechos a la imagen de Dios, es que Adán tuvo la capacidad de tomar decisiones libremente. Aunque le fue dada una naturaleza justa, Adán hizo una mala decisión al rebelarse en contra de su Creador. Al hacerlo, Adán dañó la imagen de Dios de su interior, y pasó esa semejanza dañada a todos sus descendientes, incluyéndonos (Romanos 5:12).

¡Ahh, caramba! Por fin entiendo. Dios en su infinita bondad, porque alguien cometió un error antes que yo, me dio de regalo la semejanza con Adán. (Romanos 5:12), pero “Hoy, todavía llevamos esa semejanza de Dios” (Santiago 3:9). Mejor dicho, pareciera que llevamos lo peorcito de ambos. Porque según los teólogos “también llevamos de Adán las cicatrices del pecado. Y mostramos los efectos mentalmente, moralmente, social y físicamente”.

Concluyendo: algo debe estar pasando, o la Biblia se contradice, o los teólogos y escrituristas no logran ponerse de acuerdo, o la culpa es de los exegetas que interpretan mal el texto, o debe ser culpa de los traductores, que cometen muchos errores, como poner en un texto bíblico la palabra homosexual cuando el término fue empleado por primera vez en 1869 por Karl-Maria Kertbeny, y Richard Freiherr von Krafft-Ebing popularizó el concepto en 1886, en el libro “Psychopathia Sexualis”; y por supuesto, no existía ni en Arameo, ni en Hebreo, ni en Griego, ni en… ninguna lengua.

Creo que la respuesta está aquí: la solución Divina no admite demostración. Es sencillamente un acto de Fe.

Homoafectos bíblicos

David es el primer personaje, después de Jesús, que se nos menciona en el Nuevo Testamento: “Genealogía de Jesucristo, hijo de David...” (Mt 1.1). Así comienza el texto de Mateo, primero de los evangelios sinópticos. El Reino de David signa el principio y el fin del viejo Testamento. El Rey David no hubiera alcanzado ese trono sin el apoyo decisivo de Jonatán.

La muerte en plena guerra de este hombre fue un golpe durísimo para el Rey de Israel: “Cómo sufro por ti Jonatán, dijo David, tu amor fue para mí más delicioso que el amor de las mujeres”. (2 Sam.1.26).

Si cualquier hombre le suelta semejante frase a otro hombre, quien la lea o la oiga no dudaría de la orientación homosexual de quien la pronuncia. Pero David, la dijo a la sociedad israelita del siglo XI antes de Cristo. Se atrevió incluso a dejar constancia de ello en un cántico fúnebre (2 Sam 1. 17-18).

Si cualquier varón dice esa frase de otro varón, quien lo lea o lo oiga no dudaría de la preferencia sexual de quien la dice. Pero David, la dijo en a la sociedad israelita del siglo XI antes de Cristo. Se atrevió no sólo a decirla, sino a dejar constancia de ello en un cántico fúnebre, de su propia inspiración (2 Sam 1. 17-18).

Tradicionalmente la teología califica esta relación como “una extraordinaria amistad”, al otro lado de la línea se ubican los teólogos que han propuesto una hipótesis alterna para su interpretación, “Si se tratara de una relación homosexual basada en un verdadero y profundo amor entre ambos, los datos de esta historia serían más coherentes entre sí”.

El teólogo Halleslewen, considera que: “No será fácil que esta interpretación se abra espacio pese a que está bien razonada. Y no lo será porque, en la medida que se acepte como verdadera, el tema bíblico de la homosexualidad daría un vuelco total. David es uno de los personajes que, a lo largo de los siglos, ha cautivado más. Su casi segura relación homosexual con Jonatán alteraría todos los parámetros para juzgar dicho fenómeno desde un punto de vista bíblico. David permitiría ver la homosexualidad inserta en una persona integral, muy amada y muy amante de Dios, y arrojaría luces para nuevos enfoques teológicos. Pero estoy seguro que llegará el día en que esta tesis se abrirá paso...”.

El teólogo Rossi considera que: “No deja de ser lógico que, si un determinado porcentaje de los seres humanos es homosexual, también sea cierto que un cierto porcentaje de grandes personajes de la Biblia también lo sea. Tampoco niego que tantos siglos de lectura heterosexual de los personajes bíblicos nos pueda provocar dificultades para aceptar un enfoque alterno. Pero, sin negar su razonabilidad tengo que afirmar que esta tesis aún no llega a convencerme”.

Que ambos tuvieran mujeres e hijos no es obstáculo para esa relación de amor, de ello puede dar muchas explicaciones la psicología. Nadie duda en estos momentos de la homofobia internalizada.

Manuel Velandia

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Dejemonos de maricadas

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ADORO ESTE BLOG:....LO AMO!!!! No dejes de escribir en este.... (aunque leo el otro) pero este està FORMIDABLE!

Marina Judith Landau dijo...

Llegué a tu blog a través del de Marga. Me resulta exelente. Todas las notas son buenísimas. Te felicito por tu trabajo. Pasaré seguido a visitarte.
Saludos,
Marina.